Así se intitula el libro de Enrique Castro Delgado,
Ediciones Luis de Caralt, 1963, 659 páginas incluido el Índice.
Como decíamos en la anterior entrega, Castro Delgado fue
un componente muy activo del PCE, siendo el primer comandante del V Regimiento.
También fue director general de la Reforma Agraria. Cuando terminó la Guerra
Civil española, se marchó a la URSS, regresando a España, permaneciendo aquí
hasta su muerte en 1964. Su regreso estuvo motivado por el desencanto de lo que
vio en la Unión Soviética, al igual que otros muchos que tuvieron los dídimos
suficientes de decirlo.
Este es otro libro que no se ve por las librerías y
que los “historieteros” ignoran a
sabiendas.
En las páginas 650 a 652, y dentro de capítulo XXIII,
intitulado “Gracias, muchas gracias,
coronel”, se lee:
“A las dos horas Castro y Delage salen
para Elda. Tuvieron que hacer un gran
rodeo antes de llegar a donde estaba el Partido y el gobierno, ya que todos los
controles estaban en manos de las fuerzas o partidarios del coronel
Casado. Fue un avanzar con las pistolas amartilladas, esperando a cada
momento que alguien los reconociera, que alguien disparara sobre ellos... Llegaron al anochecer: Dolores Ibarruri
jugaba a las cartas con Modesto y Líster. Delicado
paseaba ceremoniosamente por la sala. «¡Vengo de Valencia,
camaradas».Y la partida de tute prosigue. Castro abandona la sala. En la
escalera se encuentra con Stepanov, búlgaro, viejo agente del Komintern y
segundo de Togliatti.
—Hola, Castro.
—Hola, Stepanov.
— ¿De dónde vienes?
—De Valencia. —
Y…
—Tuvimos una reunión.
Los camaradas acordaron que viniera a comunicaros
que están en condiciones de marchar sobre Madrid y aplastar a Casado y a
la junta.
—Y…
—Los camaradas siguen jugando al tute.
—Vete a descansar, Castro... Yo
informaré a la directiva del Partido inmediatamente... Y hablaremos con los camaradas de Valencia...¡Descansa,
Castro, descansa!...
Y Castro se fue a descansar.
Era el lugar de descanso una maravillosa
residencia campestre. Allí estaban como hoteleros el poeta Rafael Alberti y su
mujer, María Teresa León. Y como domésticas varias jovencitas preciosas y
ligeras de ropa, amables y serviciales Y buenos dormitorios. Y buena comida a
base de conservas.
Y un paisaje tranquilo y encantador. Allí se encontró con todos: con Modesto y Líster, con Tagüeña y Molero, con
Climent e Hidalgo de Cisneros, con Delicado e Irene Falcón, la azafata
de la reina roja «Pasionaria». Modesto
estaba impaciente, había sido ascendido a general y temía no tener tiempo de
hacerse el uniforme y de estrenarle; Líster maldecía para sus
adentros porque seguía siendo coronel; Delage comenzó el asedio de la mujer de
Molero; Alberti paseaba melancólico entre los árboles
López Iglesias sonreía. Y Castro contemplaba todo aquello un poco
extrañado... Se fue a dormir a la misma habitación en que se había instalado
López Iglesias. A la mañana siguiente alguien le dijo que fuera a la «Posición
Yuste». Y fue. Allí estaba Negrín metido en grueso albornoz, a la cabecera de una mesa cubierta de latas de conservas abiertas.
Comiendo y mirando. Mirando y enseñando su anatomía.
Y contemplándole con un gesto impecable
de mayordomo profesional el general Antonio Cordón, subsecretario de
la Defensa. Y Negrín comiendo y mirando.
Y los demás mirando y sin comer.
— ¿Qué hay por Valencia, Castro?
Y Castro contó la
reunión habida en la casa de Hernández. Y casi nadie
le prestó atención.
Negrín era la atención.
Y Negrín come que come. Y el general
Cordón acercándole las pequeñas
latas que el jefe del S. I. M. (Servicio de Información Militar), la N. K.
V. D... republicana ha traído de Francia.
Y se fue a dormir. Le despertaron poco tiempo después. EraModesto.
El Buró Político había acordado que se hiciera cargo de los puertos. Castro rompió a reír.
Después se levantó y fue a ver a Checa. Una conversación
breve. Y Checa por una vez en mucho tiempo desbordó su sonrisa
característica. Y después le nombraron jefe de los guerrilleros que defendían la «Posición Yuste» y el aeródromo.
Luego la visita a Negrín que abandonaba el territorio republicano. Les estrechó
la mano a todos. Después lo hizo Álvarez del Vayo que seguía en su papel de Ministro de Estado: ceremonioso e importante. Y Negrín y Del Vayo se fueron.
Momentos
después «Pasionaria», la reina roja, huía en un «Dragón» hacia África acompañada del matrimonio Alberti y de
Irene Falcón. Luego Delicado que le llama, que le invita a subir a un automóvil y que
le lleva al aeródromo.
—Tú
eres el responsable de su defensa... Tú debes asegurar la salida de la
dirección del Partido.
__ De
acuerdo
Y desde lejos presenció cómo Delicado repartía dinero entre
Modesto y Líster, entre Delage y otros más: libras
esterlinas, francos ,dólares... El futuro estaba asegurado”.
En la
próxima entrega veremos algo sobre lo que se dice en el capítulo III intitulado
“El cultivo del odio”.
¿Es este el “vínculo luminoso”,
Sanchidad?
Continuará.
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