El cinismo de comunistas y socialistas cuando hablan
de libertad y de democracia, no tiene límites. Vean lo que entendían por tales
conceptos algunos de los líderes de aquella nefasta República.
El fundador del
PSOE, Pablo Iglesias, le dijo en una ocasión a Antonio Maura: “Combatiremos
sus ideas dentro y fuera de la legalidad, e incluso justificaremos el atentado
personal”.
Este mismo individuo, siendo
presidente del gobierno republicano, dijo en el Congreso cuando se votó y se
aprobó el voto femenino, que dicha votación era "La peor puñalada que se le podía dar a la República" ¿Qué
dicen a esto los sujetos, “sujetas” y “sujetes”, amén de Su Sanchidad y de Sor
Yolanda?
Otra frase de este ínclito e
inefable sujeto fue la de que a él no le importaba que Madrid se hundiera, como
tampoco le importaba que se hundiera el pequeño comercio.
Como ya saben, el gran
escritor, médico y humanista, D. Gregorio Marañón Moya, partidario de la
verdadera República, tuvo que huir de Madrid asustado y aterrado por las
matanzas que hacían los rojo-republicanos. Se cansó de denunciar, de palabra y
por escrito a los gobiernos del Frente Popular.
Por otra parte, la tercera
alcaldesa de España, Petra Montoro Romero, que lo fue del pueblo de Sorihuela
(Jaén) entre los años 1925 a 1927 (la primera había sido Matilde Pérez Mollá
durante los años 1924 a 1930), fue vilmente asesinada, junto a sus hermanas
Natalia y Marta, el 29 de noviembre de 1936 por milicianos rojo-republicanos. De
esto nada dice la “memoria democrática” de Su Sanchidad.
Como dijo en su día el Bobo Solemne, la I I República
había sido un “modelo de democracia”. Sin comentarios. El modelo de
democracia, así como la verdadera República, como ya hemos escrito varias veces
y no nos cansaremos de repetirlo, hubiese sido la que querían los Ortega y
Gasset, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala,
etc, y no la del citado Largo Caballero, la de Carrillo, la de la
Pasionaria, la de José Díaz, la de Negrín, etc, etc, todos ellos a las órdenes
de Moscú, que para eso tenía aquí a los “asesores” de la Komintern. Por algo
era habitual en los mítines republicanos escuchar los gritos de “¡Viva Rusia!”,
“¡Muera España!”. O en el mismo Parlamento oir “¡Como en Rusia!”
¿Figurará todo esto en la “memoria democrática” de “Su
Sanchidad” y de Sor Yolanda? ¿Es este el “vínculo luminoso”?
Continuará.
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