Y seguimos con el tema de la enseñanza.
El proceso de modificación que tuvo lugar en agosto de
1970 con la “Ley de Educación”, aún hoy, casi 55 años después, no se ha
terminado. Aparecen normas, reglas, pautas, criterios, fórmulas, principios,
procedimientos y todo lo que ustedes quieran, fundando e instaurando un montaje
enredado y muchas veces confuso, creado por un bosque “legal”, muchas veces con
“comités de expertos”.
A estos individuos, individuas e “individues” de tal
montaje, les importa un bledo, cos cominos y tres dídimos, la diferencia que
hay entre todo lo que dicen, y la realidad de los hechos. Como aparece en el
BOE, está todo solucionado, oiga.
Si efectivamente se pretende analizar los problemas
sobre la educación, lo primero que hay que hacer es eliminar y desterrar el
contenido ideológico que aparece por las cuatro esquinas, como puede verse en
los sistemas social-comunistas, como el que nos quieren implantar ahora, en los
que el pluralismo queda suprimido.
Como es sabido, en la calidad de la enseñanza hay
varios componentes, siendo tres los más importantes, según nuestra modesta
opinión:
1.- La calidad de los profesores, amén de los métodos
que se utilicen.
2.- El ratio alumno/profesor. No es lo mismo un aula
con 24 alumnos, que otra con 80.
3).- Instalaciones de los centros de enseñanza.
Como sabrán,
los objetivos de la enseñanza no se consiguen si se cae en manos de la
política, que se encargará de tergiversarla y modificarla. Ahí están la
“memoria histórica” del “zapaterato”, y la actual “memoria democrática” de Su
Sanchidad.
En cualquier sociedad normalmente constituida, la
enseñanza es un asunto que interesa a padres, educadores y educandos. Si estos
intereses son absorbidos o desviados por una tribuna política, lo que se forma
está sobradamente demostrado: imposición de lemas, reglas, eslóganes,
instrucciones, etc, con el objeto de no resolver los asuntos importantes, sino
exasperarlos e irritarlos, con el fin de obtener ventajas electorales o
propagandísticas, lo que lleva al profesorado a la labor de captación, en vez
de dedicarse a la verdadera enseñanza.
Lo que no cabe duda, por mucho que digan los
internacionalistas del odio, de la mentira y del terror, es que los padres son
los primeros educadores, pues los educandos son sus hijos. En la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, en el Apartado 3 del Artículo 26 se lee:
“Los padres tienen derecho a elegir el
tipo de educación que deben recibir sus hijos”.
Esto quiere decir, “manque” les pese a los
“internacionalistas”, que los hijos no son del Estado, de la sociedad, etc,
sino de sus padres, que son los que quieren que se les enseñen cosas para tener
una cultura que les permita en el futuro tener un trabajo decente, honrado e
íntegro para ganarse la vida y crear una familia.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario