jueves, 23 de mayo de 2024

Un gran desastre ( I V )


 

Y seguimos con el tema de la enseñanza.

A principios de los años ochenta del pasado siglo X X, se va perfilando un nuevo tipo de política educativa, sustentado subliminalmente, y a veces a la cara, por grupos de inspiración e instinto marxista. Como recordarán, el judío Marx decía aquello de “Hay que hacer la operación más real, añadiéndole la conciencia de la opresión; hay que hacer la vergüenza aún más vergonzosa, publicándola. Hay que declarar cada parte de la sociedad como parte vergonzosa, enseñar al pueblo a tener miedo de sí, para que tenga valor” (“Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel”, autor Karl Marx).

Este párrafo marxista lo asimilaron bien los sociatas del PSOE de aquellos tiempos. Afrontaron la situación con juicios y criterios “democráticos”, pero que encerraban un simplismo de caer para atrás. A pesar de la propaganda política de aquellos años, la invención, el atropello, el desafuero, etc, se veían en aquel panorama educativo. Todo lo que había antes había que declararlo podrido, descompuesto, caduco, añejo, antidemocrático, etc.

La FETE (Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza), organización perteneciente a la UGT sociata, se posicionó de forma clara: “Nuestra exposición parte de dos tesis marxistas a las que añadimos la constatación que deduce del análisis de la historia próxima”. Estas tesis eran:

1º).- Las instituciones del Estado dependen de las condiciones materiales de la producción. Marxismo puro.

2º).- Considerar que la enseñanza es un vehículo y un vínculo que reproduce el sistema capitalista. Más marxismo.

En resumen: lo que se perseguía, y se persigue, es poner a la enseñanza bajo el control exclusivo del Estado, es decir, hacia el estatalismo. Sobre esto veremos algo en la próxima entrega.

Continuará.



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