Y terminamos con el asunto del silencio.
Como ya saben, hay silencios que
deben mantenerse por diversas causas, ya sean por promesas o por honor. Por el
contrario, hay silencios infamantes y profanadores, amén de turbios, tenebrosos,
bajos y rastreros.
Callar en este momento, sin delatar
toda la serie de barbaridades que se están cometiendo, es de una cobardía sin
nombre.
Lao Tse, filósofo del taoísmo que
vivió en el siglo V I a. de C., decía que “los
más graves padecimientos que gravitan sobre el corazón del hombre, lo
constituyen el dolor de la indiferencia y el silencio de la cobardía”.
El “pueblo soberano” está sumido en
la más absoluta confusión. Lo más grave es que no se da cuenta de ello. Está
inmerso, sin saberlo, en una serie de cuestiones por puras interpretaciones
ideológicas, que propician enfrentamientos de todo tipo. El espíritu
conciliador, del que muchos charlatanes hablan, brilla por su ausencia. El
travestismo político es lo que priva.
Ahí tenemos el asunto de las
“nacionalidades” que, hábilmente manejado, está produciendo una serie de
enfrentamientos que terminarán muy mal, ya que se está resquebrajando a España,
a pesar de aquello de “ya somos europeos”
¿Se acuerdan?
En fin, se calla y se silencia por
miedo, o por conveniencia. Somos muchos millones de españoles los que no
estamos dispuestos a perder la Patria y la Unidad.
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