Y seguimos con el tema de la enseñanza. Como decíamos
en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre la influencia marxista en
dicha enseñanza. Vamos a recuperar un poco la “memoria democrática” de Su
Sanchidad.
Durante la Segunda República española, casi siempre
inmersa en una situación trágica y catastrófica, la política sobre el tema
educativo se caracterizó, entre otras cosas, por su odio a la religión
cristiana, odio que exhibieron muchos próceres y lumbreras, por mucho que
hablasen de una sociedad libre, cuando en el fondo lo que se perseguía era el
privilegio y supremacía del Estado en todo tipo de actividades, a fuesen
sociales, económicas o culturales.
En aquellos tiempos republicanos, el tema de la
enseñanza se emprendía a partir de dos modos y formas: la marxista y la libre.
La actitud marxista correspondía a la defensa del statu quo comunista, y
de la defensa del establishment (grupo de poder) marxista.
Como ya saben su finalidad declarada por los cuatro
costados, es el establecimiento de una visión presumiblemente indiscutible y científica
de la realidad.
Esta manera y condición marxistas es la traducción e
interpretación más claras de los intereses políticos de un grupo con vistas y tendencias
totalitarias. Esto, y otras cosas, dio lugar a la aparición de ciertos personajes híbrido-marxistas, o “cristiano-marxistas”.
Como ya sabrán, el cruel Santiago Carrillo Solares dijo en su día que “El
PCE es el primer partido que cuenta con un sacerdote en su comité central”.
(Se refería al jesuita Francisco García Salve, que posteriormente dejaría de
ser religioso).
Para el montaje de este tinglado, se recurre a palabras
que se citan de un modo teñido. Así, cuando se
habla de libertad, la de enseñanza por ejemplo, aparecen los letreros y etiquetas
de liberalismo, capitalismo, clasismo, etc, pero
nada se dice que se irá a parar al social-comunismo, al estatismo, al
colectivismo, etc, a base de mentir, a base de tergiversar, a base de ocultar,
a base de manipulación de datos, a base exponer valores de causen “emoción”,
etc. Pero, claro, oiga, de esto el “pueblo soberano” ni se entera.
En fin, tal parece que esto mismo está sucediendo en
estos momentos.
Continuará.
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