La educación, no el adoctrinamiento, es la piedra
angular, base, fundamento, o como quieran ustedes llamarlo, de toda nación
normalmente constituida. Tiene que estar en manos de asociaciones, organismos, entidades,
corporaciones, etc, etc, no únicamente en manos del Estado, aunque éste también
tiene que participar en el asunto, pero no de una forma totalitaria y
absorbente ya que, si esto se hace, como está sobradamente demostrado, se llega
al enfrentamiento y a la confrontación.
La educación, no el adoctrinamiento, tiene que ser
considerada como un instrumento al servicio de la persona, sin planteamientos
egoístas y políticos. Tampoco puede ser considerada como un trampolín para
conseguir situaciones privilegiadas tanto social como políticamente, Tampoco
debe convertirse en un aparato ideológico, cuyos fines ya sabemos cuáles son.
Desde hace unos años, la situación de la educación en
España se ha caracterizado, entre otras cosas, por el cambio en las estructuras
del sistema educativo, amén de cambios sociales y políticos creando, todo ello,
tensiones en la sociedad.
La educación, no el adoctrinamiento, tiene por objeto
principal la formación de profesionales, amén de llevar a los educandos a su
autorrealización para promover y crear una convivencia pacífica y democrática
que conduzca y lleve al verdadero progreso de la nación. Esto se conseguirá sin
la estatalización, que no tiene en cuenta la riqueza de una sociedad pluralista
y democrática, estatalización que lleva a la socialización de la inteligencia
de las personas.
Otro asunto trascendental del tema es la formación de
los profesores. Creemos que lo más importante es que estas personas sepan y
quieran enseñar verdaderamente. Pero, claro, oiga, tal como están las cosas hoy
día, esto no se sabe ni se tiene en cuenta: con “curriculum” y seguir el camino
y la ruta burocrática prefijada por el sistema, ya está la cosa resuelta. Como
consecuencia de esto ahí tenemos formas y métodos autoritarios en las aulas,
algunas de ellas verdaderas jaulas, en las que no se enseña a los educandos a
escucharse mutuamente y a respetar recíprocamente las opiniones.
Los mentados educandos, como destinatarios de la
actividad y labor educativas, tienen derecho a que se les diga la verdad, así
como también tienen el derecho a ser respetados por los educadores y tratados
con dignidad. Esto conlleva que sus errores se respeten, para eso van a que se
les enseñe. Dichos errores deben ser rectificados y corregidos de forma
verdadera, no con la verdad impuesta con autoritarismo.
Continuará.
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