Así se intitula el libro de Enrique Castro Delgado,
Ediciones Luis de Caralt, 1963, 659 páginas incluido el Índice.
Someramente diremos que el autor fue un componente muy
activo del PCE, siendo el primer comandante del V Regimiento. También fue
director general de la Reforma Agraria. Cuando terminó la Guerra Civil
española, se marchó a la URSS, regresando a España, permaneciendo aquí hasta su
muerte en 1964. Su regreso estuvo motivado por el desencanto de lo que vio en
la Unión Soviética, al igual que otros muchos que tuvieron los dídimos
suficientes de decirlo.
Este es otro libro que no se ve por las librerías y
que los “historieteros” ignoran a
sabiendas.
Como decíamos en la anterior entrega, en esta última
veremos lo que
se lee en el Capítulo XXIV, que es el último, y que lleva por título “La última oración”, página 657. Dice
así:
“Stalin
. . . Camarada Stalin:
Hemos
prolongado la lucha durante treinta y dos terribles meses.
Hemos
perdido más de un millón y medio de españoles.
España
tiene en sus ciudades y pueblos, en sus campos y puertos heridas de las que
tardará años y años en curarse.
Hemos
envenenado de dolor y odio a un pueblo de lo que no podrá curarse en cincuenta
años.
¿Estás
contento, camarada Stalin? . . . Si estás contento, camarada Stalin, ¿qué
importa lo demás? . . .¡Te seguimos creyendo! . . . Te seguimos amando! . . .
Ha muerto la segunda república, pero ¡existes tú! ¡Existe la Unión Soviética!
¡Existe la gran esperanza!. . .
¡Viva
Stalin, nuestro jefe y maestro!
¡Viva!
¡Vivaaaaaaaa!”
En fin sin comentarios.
Nota.- Recomendamos leer el
artículo intitulado “Rafael Alberti, intransigente y cruel ciudadano”, insertado
en este blog con fecha 14 de noviembre de 2.011. Este sujeto le dedicó una
poesía al criminal y asesino Stalin.
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