lunes, 6 de mayo de 2024

“Históricamente incorrecto”


 

Así se intitula el libro de Jean Sévillia, editado por Criteria Club de Lectores, 2.009, 398 páginas incluido el índice onomástico. Es autor también de otras grandes obras como  Cuando los católicos estaban fuera de la ley”,Moralmente correcto” o “El terrorismo intelectual”.

La obra está magnífica y rigurosamente documentada y en ella se desmantelan y se desmontan todos los tópicos típicos de que se ha valido, y se vale, la izquierda para contarnos muchos episodios de la historia del mundo en general, incluida la de España. Los medios de comunicación se encargan de difundir estos tópicos y mentiras que, además, se imparten en escuelas, colegios e institutos con el único propósito de imponer una Historia nueva, completamente trucada y llena de falsificaciones, una historia de “pasado único”.

 Nos dice el libro en el Prólogo, páginas 18 y 19:

 “El buen historiador parte de unos hechos y los estudia en su momento concreto, separando las causas de las consecuencias. Lo políticamente correcto no tiene nada que ver con este método cuando saca sus imágenes de la historia. Siguiendo el capricho de sus lemas, juega con las épocas y los lugares, resucitando un fenómeno desaparecido o proyectando en los siglos anteriores una realidad contemporánea. Juzgando la historia pasada en nombre del presente, lo históricamente correcto ataca el racismo y la intolerancia en la Edad Media, el sexismo y el capitalismo bajo el Antiguo Régimen, el fascismo en el siglo xix. El hecho de que sus conceptos no signifiquen nada fuera de su contexto, poco importa: el anacronismo es rentable en los medios de comunicación. No es el mundo de la ciencia, sino de la conciencia; no es el reino del rigor, sino del clamor; no es la victoria de la crítica, sino de la dialéctica.

 Es también, y sobre todo, el triunfo del maniqueísmo. Mientras el historiador debe medir el peso sutil de los matices y las circunstancias, y recurrir a los campos complementarios de su saber (geografía, sociología, economía, demografía, religión, cultura), lo políticamente correcto borra la complejidad de la historia. Todo lo reduce al enfrentamiento binario del Bien y del Mal, pero un Bien y un Mal reinterpretados según la moral de hoy en día. A partir de entonces la historia constituye un campo de exorcismo permanente: cuanto más se anatematizan las fuerzas oscuras del pasado, más debe uno justificarse de no mantener con ellas ninguna solidaridad. Se demonizan así personajes, sociedades y épocas enteras. Sin embargo, no es más que una engañifa. No se apunta hacia ellos realmente: a través de ellos somos nosotros los que estamos en el punto de mira.

 Políticamente correcto, históricamente incorrecto. Pensamiento único, historia única. ¿Cómo inmunizarse? No hay que contar con el Ministerio de Educación. En el pasado, la escuela republicana elaboró una novela que hacía girar toda la historia de Francia alrededor de la Revolución de 1.789, pero por lo menos sus profesores poseían el mérito de enseñar y obligar a aprender las fechas y los nombres de memoria. Esta escuela ha dejado algunos mitos vivaces, pero se han muerto. Después de la guerra, le ha seguido una escuela marxista. La lucha de clases, las estructuras y las superestructuras has sustituido a los héroes y a las batallas. Posteriormente, la quiebra del comunismo ha hecho de caer la fe marxista, que sin embargo ha dejado numerosas huellas en la escuela.”

 También se puede leer lo siguiente en la página 384:

 “En cuanto se remueve el pasado, el mal no está siempre donde se dice, el bien no está siempre donde se cree. El papel del historiador es volver a colocar los hechos en perspectiva sin dejarse frenar por delimitaciones previamente trazadas.

 

Es la diferencia entre historia y memoria. La historia razona, explica, analiza. La memoria se basa en reminiscencias y sentimientos, con lo que eso puede tener de subjetivo: sus omisiones, voluntarias o involuntarias, no restituyen la realidad en todas sus facetas”.

 A continuación se lee: “La memoria divide, la historia une, según señala Pierre Nora.”

 Los próximos artículos los dedicaremos a los capítulos IV y XIII, “La España de los Reyes Católicos” y “Fascismo y antifascismo”, respectivamente

 Como siempre decimos, libro muy “ad hoc” para los tiempos actuales. Recomendamos leerlo a Su Sanchidad y a su camarilla.

 Continuará.



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