No
cabe duda que desde hace muchos años, los tiempos que nos ha tocado vivir han
sido de constantes embustes, falsedades y embelecos, sobre todo en lo que se
refiere a la Historia de España. Así, por ejemplo, los acontecimientos o
momentos históricos como los de Covadonga, Lepanto, Dos de Mayo, Bailén,
descubrimiento de América, y más recientemente la Guerra Civil española contra
la república de corte marxista que nos querían imponer, no solamente parecen
haber sido borrados de la Historia, sino que se cuentan totalmente distorsionados.
Ya hemos escrito la respuesta de un estudiante al ser preguntado por los
contendientes de nuestra Guerra Civil: fue una lucha entre los demócratas y las
tropas fascistas de José María Aznar. O también, otro respondió que había sido
un enfrentamiento entre España y Cataluña. Sin comentarios.
La
culpa de todo esto ya sabemos de quién es: de los de la internacional de la
mentira, del odio y del rencor que, retorciendo la verdad, han hecho de
nuestros jóvenes unos seres ignorantes y estultos, amén de otras cosas.
Estos
“instructores”, más bien currinches, son de una caquexia mental enorme, ya que
siguen a pies juntillas lo que dicta el agit-prop y el panel ideológico, ensalzando,
alabando y obedeciendo al poder. Es más importante la subvención que contar la
verdad, oiga.
Como
decía un pedante marxista infumable, hay que cuidar las fuentes. Y si esas
fuentes son “Ruedo Ibérico”, determinados “hispanistas” y algún que otro “historietero”
de fascículo, entonces la cosa ya está asegurada: el eco mediático será
estruendoso, y el embuste, la falsedad y el embeleco quedarán legitimados y
asegurados. Gramsci no lo hubiera hecho mejor.
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