miércoles, 29 de mayo de 2024

“Hombres made in Moscú” ( I V )


 

Así se intitula el libro de Enrique Castro Delgado, Ediciones Luis de Caralt, 1963, 659 páginas incluido el Índice.

Someramente diremos que el autor fue un componente muy activo del PCE, siendo el primer comandante del V Regimiento. También fue director general de la Reforma Agraria. Cuando terminó la Guerra Civil española, se marchó a la URSS, regresando a España, permaneciendo aquí hasta su muerte en 1964. Su regreso estuvo motivado por el desencanto de lo que vio en la Unión Soviética, al igual que otros muchos que tuvieron los dídimos suficientes de decirlo.

Este es otro libro que no se ve por las librerías y que los “historieteros” ignoran  a sabiendas.

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta vamos a ver algo de la “Tercera parte”, intitulada “El virus”, concretamente el capítulo V intitulado “La trampa”, que figura en las páginas 206 y siguientes. Dice así:

“Los socialistas se resistían al Frente Popular. El hecho de que tal idea hubiera nacido en Moscú les hacía desconfiados. Pero ni ellos ni los republicanos tenían otra cosa mejor que ofrecer. El acoso de los comunistas se hacía cada vez más brutal. Hablaba a las masas del Frente Popular y emplazaba a los dirigentes a que se definieran...Ellos callaban. Un día Castro recibió una cita. José Díaz le esperaba. 

Vamos a organizar un mitin importante en Madrid

sobre los problemas del Frente único Proletario y del Frente Popular Antifascista. La situación no permite todavía que intervenga un miembro del Buró Político. Y hemos decidido que tú hagas la intervención fundamental. Hablará Martín por las Juventudes, tú por el Partido y Bolívar como diputado. Pero tú serás el encargado de exponer nuestra línea política actual.

 

 —De acuerdo.

Se hizo una gran propaganda. El mitin se celebró en el Cine Pardiñas, propiedad de un socialista. Miles de gentes. Pero lo más importante: entre estos miles de gentes, cientos de dirigentes republicanos y socialistas. Castro había preparado su intervención concienzudamente. No se trataba de agitar sino de convencer, de emplazar, de acorralar a los  socialistas y republicanos de forma que no pudieran sustraerse a lacada vez más fuerte presión de sus propias masas

Quitar el miedo o la desconfianza de las gentes hacia el Partido Comunista, aparecer más republicanos que los republicanos, mostrarse como gentes que se habían olvidado de la revolución y para los que lo fundamental era la libertad de los presos y el restablecimiento de la legalidad republicana.

Engañar. Simplemente engañar.

.--Sí.«… Para que una mentira sea útil debe parecer verdad».

Habló durante dos horas con una gran frialdad. Era volcar y volcar argumentos sobre aquella masa silenciosa y, sin decirlo abiertamente, decir a los socialistas y republicanos que sus errores en octubre y antes habían permitido a la contrarrevolución descargar su odio en Asturias, rectificar lo poco que se había hecho en el primer bienio...Era...Era un decirles sin decirles que ellos eran los responsables de las desdichas que sufría España desde 1931”.

En la próxima entrega continuaremos con este capítulo y veremos lo que se lee en la página 221 sobre el Frente Popular.

Continuará.



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