Así se intitula el libro de Enrique Castro Delgado,
Ediciones Luis de Caralt, 1963, 659 páginas incluido el Índice.
Someramente diremos que el autor fue un componente muy
activo del PCE, siendo el primer comandante del V Regimiento. También fue
director general de la Reforma Agraria. Cuando terminó la Guerra Civil
española, se marchó a la URSS, regresando a España, permaneciendo aquí hasta su
muerte en 1964. Su regreso estuvo motivado por el desencanto de lo que vio en
la Unión Soviética, al igual que otros muchos que tuvieron los dídimos
suficientes de decirlo.
Este es otro libro que no se ve por las librerías y
que los “historieteros” ignoran a
sabiendas.
Como decíamos en la anterior entrega, en ésta vamos a
ver algo de la “Tercera
parte”, intitulada “El virus”,
concretamente el capítulo V intitulado “La
trampa”, que figura en las páginas 206 y siguientes. Dice así:
“Los socialistas se resistían al Frente
Popular. El hecho de que tal idea hubiera nacido en Moscú les hacía
desconfiados. Pero ni ellos ni los republicanos tenían otra cosa mejor que
ofrecer. El acoso de los comunistas se hacía
cada vez más brutal. Hablaba a las masas del Frente Popular y emplazaba
a los dirigentes a que se definieran...Ellos callaban. Un día Castro
recibió una cita. José Díaz le esperaba.
Vamos a organizar un mitin importante en Madrid
sobre los problemas
del Frente único Proletario y del Frente Popular Antifascista. La situación
no permite todavía que intervenga un miembro del Buró Político. Y hemos decidido que tú hagas la intervención
fundamental. Hablará Martín por las Juventudes, tú por el Partido y
Bolívar como diputado. Pero tú serás el encargado de exponer nuestra línea
política actual.
—De acuerdo.
Se hizo una gran propaganda. El
mitin se celebró en el Cine Pardiñas, propiedad de
un socialista. Miles de gentes. Pero
lo más importante: entre estos miles de gentes, cientos de dirigentes
republicanos y socialistas. Castro
había preparado su intervención concienzudamente. No se trataba de agitar sino de convencer, de emplazar,
de acorralar a los socialistas y republicanos de forma que no
pudieran sustraerse a lacada vez más fuerte presión de sus propias masas
Quitar el miedo o la
desconfianza de las
gentes hacia el Partido Comunista, aparecer más republicanos que los republicanos, mostrarse como
gentes que se habían olvidado de la revolución y para los que lo fundamental
era la libertad de los presos y el restablecimiento de la
legalidad republicana.
Engañar. Simplemente engañar.
.--Sí.«… Para que una mentira
sea útil debe parecer verdad».
Habló durante dos
horas con una gran frialdad. Era volcar y volcar argumentos sobre aquella masa silenciosa y, sin
decirlo abiertamente, decir a los
socialistas y republicanos que sus errores en octubre y antes habían permitido
a la contrarrevolución descargar su odio en Asturias, rectificar lo poco
que se había hecho en el primer bienio...Era...Era un decirles sin decirles que
ellos eran los responsables de las desdichas que sufría España desde 1931”.
En la próxima
entrega continuaremos con este capítulo y veremos lo que se lee en la página
221 sobre el Frente Popular.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario