Así se intitula el libro de Pablo Molina, Editorial
Sekotia, s.l., 2.006, 248 páginas. En un par de artículos comentaremos
someramente lo que se lee en este magnífico libro que, como ya hemos dicho un
montón de veces, es raro encontrar este tipo de obra en las librerías.
Libro muy recomendado para los progres de salón y para
los jóvenes “estupefactos” y “botelloneros” que portan imágenes del Che
Guevara, y que protegen su úvula con el pañuelo palestino. También les viene
muy bien a los de la farándula progresista, que no cesan de mofarse de los
auténticos valores éticos y morales que defendemos muchos millones de
españoles. Lo curioso del caso es que dicha mofa la hacen a costa de nuestros
impuestos
Para empezar, qué mejor que transcribir lo que se lee
en la contraportada del libro:
“Pablo
Molina estudia en este libro las claves del fenómeno contracultural del
progresismo y la forma en que ha acabado destrozando la cultura y moral
occidentales.
El
progre actual es el nieto marxista clásico, igual de sectario que aquél aunque
situado un peldaño más arriba en el nivel de sus majaderías. Es lo normal cuando, en materia de formación,
se sustituyen toneladas de literatura granítica sobre dialéctica marxista por
los sesudos debates de Crónicas
Marcianas.
El
progresismo es una religión. Laica, pero una religión al fin y al cabo, con sus
dogmas, sus numerosas congregaciones, sus profetas y sus verdades reveladas. Tal
vez por ello, los vicarios de la secta se atreven a dictar al mundo diariamente
cómo debe conducirse. Sin embargo, por alguna extraña razón, ninguno de los
referentes intelectuales de la progresía contemporánea se siente obligado a
observar en su conducta privada aquello que exige con tanta fiereza e los
demás. En el presente libro encontrará el lector múltiples y divertidísimos
ejemplos de esta curiosa forma de interpretar la moral pública, de Almodóvar a
Ramoncín pasando por Noam Chomsky y el resto de los bobos solemnes que integran
el submundo de la farándula.
La
dictadura progre
es, además un sugestivo alegato a favor de la libertad individual y una útil
herramienta para enfrentarse con éxito a los embates del gregarismo
colectivista patrocinado por la izquierda.
Pero
tal vez el mejor argumento para recomendarlo sea éste: Pep Rubianes jamás lo compartiría”.
Continuará.
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