Los aviadores mercenarios de la República.
Seguimos con pequeños detalles de
nuestra guerra civil omitidos por los “historieteros”, por los tenores de lo
políticamente correcto y por los de la recuperación de la memoria histórica, y
ahora la democrática.
La República apenas tenía pilotos.
Los auténticos aviadores expertos en combate, eran los soviéticos con sus famosos aparatos
“Chato” y “Mosca”. Ante esta situación, a la República no le quedaba más
remedio que llamar a la puerta de sus embajadas para contratar los pilotos. Las
condiciones eran: 1.500 pesetas de sueldo, más un plus de otras 1.500 pesetas
por avión derribado. Ni qué decir tiene que era una verdadera fortuna por aquel
entonces.
Ante tal oferta, acuden todo tipo de
aventureros. Así ha sido el caso del estadounidense Harold Dahl, que se había
fugado a México por estar perseguido en su país por deudas de juego. Tal
personaje se presenta en España con su esposa Edith Rogers, mujer de gran
presencia física y con pelo estilo Marilyn Monroe. Como tales pilotos no tenían
mucha idea, se entrenaban en el aeródromo de Manises con los monomotores “Breguet”.
La citada esposa, hospedada en un
lujoso hotel de Valencia, se aburre la pobrecita. Entonces le dice a su
sacrificado piloto que la deje residir en Cannes. El marido acepta: su sueldo
de mercenario da para esto y para mucho más.
Los nacionales, por el contrario,
sólo han tenido un piloto mercenario: el también norteamericano Vincenzo
Patriarca.
¿Figurará esto en la “memoria democrática” de “Su
Sanchidad” y de Sor Yolanda? ¿Es este el “vínculo luminoso”?
Fuente.- “Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie”, autor
Juan Eslava Galán, Editorial Planeta S.A., 2006, páginas 212 y 213.
Continuará.
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