jueves, 23 de febrero de 2017

La dimensión moral de la persona ( V I I I )


Como decíamos en el anterior artículo, en éste veremos someramente lo organizado y lo natural en la vida social.


Para organizar una sociedad, hay que partir de algo natural y no ficticio. Y ese algo natural y básico es la familia. Si ésta no existe o se destruye, el resultado ya sabemos cuál es. 

Hay otras cosas naturales para organizar una sociedad: la amistad, acuerdos, simpatías, etc, etc.

Por otra parte, la agrupación de familias en pueblos o ciudades, es una forma natural de constituir una sociedad por las necesidades vitales obvias. No cabe duda de que estos conjuntos son mucho más complejos que la familia, por lo que es necesaria una autoridad que armonice la organización de estos conjuntos.

Aquí es donde debe intervenir el Estado para la coordinación y consecución del bien común, si bien no debe inmiscuirse en los asuntos individuales, tales como los deberes religiosos, éticos, morales y sobre todo en la libertad. Si verdaderamente se respetan estos asuntos, es justificable la intervención estatal para mantener el orden y la armonía.

Como es lógico, y como sucede en todo el acontecer humano, la organización de la vida social requiere un gran esfuerzo para perfeccionar esas cosas naturales de las que hablábamos. Si no se arrima el hombro, se caerá en la pereza y en lo rutinario, que pueden traer malas consecuencias sociales.

En el próximo artículo veremos los factores que hacen posible la convivencia humana.


Continuará.



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