martes, 21 de febrero de 2017

Memoria histérica


Mucho se está hablando últimamente sobre la memoria histórica, o mejor dicho, sobre la recuperación de la memoria histórica. Parece que tal recuperación falta a lo más elemental de la definición de la pomposa frase: recuerdo por parte de un pueblo de su historia, es decir, el recuerdo de “todo” lo acontecido en los diferentes ámbitos que irían desde lo político, social y económico, hasta lo deportivo, científico, etc.. Si, por el contrario, la historiografía falta a la más mínima honradez intelectual, se caerá en falsedades, mentiras y omisiones.

Si se habla de las fosas en las que hay enterradas personas que lucharon en el bando rojo-republicano, también hay que hablar de las fosas y lugares en las que están sepultadas personas que lucharon en el bando nacional, tales como Paracuellos, San Fernando de Henares, Torrejón, Boadilla, Aravaca, San Esteban de las Cruces (Oviedo). Recordar también los arrojados al mar en Santander y al lago Isoba (León), lo mismo que los arrojados por una chimenea minera en Langreo.

Si se habla de los exiliados, nombremos también a los que se marcharon por no estar de acuerdo, no con la República liberal de la que eran partidarios y defensores, sino con la República opresora marxista que se avecinaba, como son los casos de Unamuno, Eugenio D’Ors, Ortega y Gasset, Marañón, Sánchez Albornoz, Azorín, Menéndez Pidal, Pérez de Ayala, Pío Baroja, etc, etc. Abundando en este tema, el republicano doctor Marañón decía en París al comenzar el año 1.937: “El ochenta y ocho por ciento del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona ha tenido que huir al extranjero, abandonar España. ¿Y saben ustedes por qué? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos”

También Ortega deja escrito que en Madrid “los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc”.

Si se habla del terror franquista, también hay que hablar del terror de las checas, de las brigadas del amanecer, de los tribunales populares, etc.

Si se habla del asesinato de García Lorca, hay que hablar también de los perpetrados por los rojos-republicanos contra Melquíades Álvarez, Ramiro de Maeztu, Muñoz Seca, Rodríguez Santamaría, Honorio Maura, Rico Avello, etc.

Si se habla de matanzas y represión por parte del ejército de Franco, también hay que hablar de las matanzas y aniquilamiento de religiosos, anarquistas y miembros del POUM por parte del PCE. En este sentido también hay que recordar que Indalecio Prieto reconocía que “las matanzas indiscriminadas llevadas a cabo por las fuerzas del Frente Popular” les conduciría a perder la guerra.

También habría que recordar la represión por parte del gobierno de la República, sobre las insurrecciones de los campesinos en Castilblanco y en Arnedo, en diciembre de 1.931 y enero de 1.932.

Mientras no se cuenten las cosas imparcialmente y con ecuanimidad, dejando de escribir una “historia a la carta” acomodando los sucesos pretéritos a los intereses del momento; mientras se escriba la historia con apasionamiento, agresividad y romanticismo; mientras se convierta la “historia en un arma ideológica para fundamentar rivalidades”, se mentirá y se manipulará con los únicos fines de borrar un pasado que muchos quieren ocultar y adaptarlo a lo políticamente correcto.


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