miércoles, 8 de febrero de 2017

“El libro negro del comunismo” ( y I I )



 Y terminamos con este jugosísimo libro. Antes de nada, les sugiero que lo adquieran. No tiene desperdicio.

En la página 377, y siguientes, dentro de la Segunda Parte intitulada “Revolución mundial, Guerra Civil y Terror”, hay un párrafo dedicado a España: “La sombra de la NKVD proyectada en España”. Aquí se nos cuenta todo el horror, el terror, las mentiras, el odio y los manejos de la Komintern para hacerse con el poder en España. Lo de la república era una cortina de humo. Se lee:

“En el gobierno de Largo Caballero formado en setiembre de 1.936, el PCE sólo disponía de dos ministros: Jesús Hernández, ministro de Educación Pública, y Vicente Uribe, ministro de Agricultura. Aún así, los soviéticos adquirieron muy pronto una gran influencia sobre este gobierno. Gracias al apoyo que obtuvo de algunos miembros del Gobierno (Álvarez del Vayo y Juan Negrín), Rosenberg se impuso como una especie de vicepresidente que participaba en los consejos de ministros. Tenía en su mano una baza importante, ya que la URSS estaba dispuesta a abastecer de armas a los republicanos”. (Aclarar que el mentado Rosenberg era a la sazón el embajador soviético en España).

Más adelante, en la página 379, también se lee: “La España de los años 1.936-1.939 era un lugar de ensayo para los soviéticos que, seguros de su experiencia acumulada, despliegan todo su arsenal político y experimentan técnicas que volverán a utilizar a principios de la Segunda Guerra Mundial, y que a final de esta se generalizarán. Sus objetivos son múltiples, pero el más urgente es conseguir que el partido comunista español (completamente supervisado por los servicios de la Komintern y del NKVD) se hiciera con el poder del Estado con el fin de que la República siguiera los deseos de Moscú. Este objetivo implica instaurar los métodos soviéticos, en primer lugar la omnipresencia del sistema policial y la liquidación de todas las fuerzas no comunistas”.

En la página 381 habla del apartado de “Consejeros y agentes” que envió la URSS de Stalin: “Al mismo tiempo, Moscú envió a España un importante contingente de hombres de sus servicios: V.A. Antonov-Ovseenko – quien había dirigido el asalto contra el Palacio de Invierno en Petrogrado en octubre de 1.917 -  que desembarcó en Barcelona el 1 de octubre de 1.936; Alexandr Orlov (cuyo verdadero nombre real era L.Feldbin), responsable del NKVD en España; el polaco Arthur Stashevsky, ex oficial del Ejército Rojo, ahora agregado comercial; el general Ian Berzine, jefe de los servicios de información del Ejército Rojo; Mijail Koltsov, redactor de Pravda y portavoz secreto de Stalin, que se estableció en el ministerio de la Guerra. Leonid Eitingon, comandante de las Fuerzas de Seguridad del Estado (NKVD), y Pavel Sudoplatov, su subordinado, fueron también a Barcelona. Eitingon fue encargado en 1936 de las operaciones terroristas, mientras que Sudoplatov, no llegó hasta 1938”.

En la página siguiente, se lee: “Los objetivos eran tanto combatir a los franquistas y a los agentes alemanes o italianos como vigilar y controlar a los adversarios de los comunistas y de la URSS en el seno mismo del campo republicano. La intervención soviética debía ser lo más secreta y lo más oculta posible, con el fin de no comprometer al gobierno soviético. Según el general  Krivitsky, que era el jefe de los departamentos exteriores del NKVD en Europa occidental, de los cerca de tres mil soviéticos presentes en España, sólo unos cuarenta habían combatido realmente, los otros eran consejeros militares, políticos o agentes de información”.

Del citado General Krivitsky, con fecha 24-12-2016, tenemos comentado un libro suyo intitulado “Yo, Jefe del Servicio Secreto Militar Soviético”, en donde hay un capítulo muy jugoso, el IV, que lleva por título “La mano de Stalin en España”.

En fin, lo de siempre: libro recomendado para los historieteros de fascículo y para algún que otro “catedrático” historiador. A ver cuando aprenden y dicen una verdad. Claro que los “bien pagaos”, son los “bien pagaos”, oiga. 

También se recomienda esta obra a los “tontos útiles” que se creían a pies juntillas lo de la “pax soviética”.






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