lunes, 27 de febrero de 2017

Más sobre "memoria histórica"


Y seguimos con el tema de eso que llaman “memoria histórica”. Como ya se sabe, el asunto tiene rango de Ley. Para unos es lógica y no se dan cuenta que sobre este tema no ha habido ni un mínimo debate público. Otros la consideran un error, una barbaridad, una infamia, etc, etc. Lo cierto es que el pueblo soberano, auténtico pasota, se ha acostumbrado a todo: desde la celebración del día del Orgullo Gay, pasando por el aborto, eutanasia, destrucción de monumentos, hasta la blasfemia pública en el cine, el teatro y la televisión ¿Qué importe esta Ley al lado de todo esto? Nada.


En la citada Ley se contempla que hay que “compensar” y premiar a las Brigadas Internacionales, o a los “combatientes guerrilleros”, por ejemplo ¿A qué clases de guerrilleros? ¿A los que asesinaron a Pedro Muñoz Seca, por ejemplo?

Este intelectual, escritor y autor teatral, fue vilmente asesinado a  manos de los rojos el 28 de noviembre de 1936, habiendo sido previamente encarcelado en la cheka de San Antón el 1 de agosto del mismo año.

Desde la prisión escribió varias cartas, casi todas ellas dirigidas a su esposa y a su madre, y en las que en muchas de ellas hacía referencia, o nombraba, a Dios.

Poco antes de su asesinato un miliciano apodado “Dinamita”, le ató las manos a la espalda con bramante con tal fuerza, que el hilo le alcanzó la s venas. Entre las burlas y mofas de todos, le cortaron el bigote diciéndole: “Para donde vas no te va a hacer falta”.

Con las manos atadas brutalmente, hizo el trayecto desde la cheka de San Antón a Paracuellos de Jarama, que era el punto de destino de de las expediciones de presos que controlaba el criminal y asesino Santiago Carrillo, que pronto sería nombrado h.p. de Gijón

En la celda de la cheka de San Antón estaban con él, entre otros, dos muchachos de 13 y 15 años hijos de un oficial del Ejército, que fueron también asesinados en una de las primeras sacas.

Las cartas mencionadas iban dirigidas a Cádiz, concretamente a Puerto de Santa María, que era donde residía su familia Allí, un hermano de Pedro hizo gestiones con Vicente Alberti, hermano del vate de Stalin, es decir, Rafael, para que intercediese por el preso. Ni qué decir tiene que este rufián no movió ni un dedo.

Por fin, el 26 de noviembre es “juzgado por un tribunal popular” por los delitos de “fascista, monárquico y enemigo de la República”.

Dos días después fue asesinado, recibiendo el tiro el tiro de gracia por parte de un miembro de las Brigadas Internacionales, tan homenajeadas en su día con la anuencia del PP.







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