Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos la estrategia marxista, basada en el italiano Antonio Gramsci (del que ya hemos hablado varias veces en este blog), para llevar a cabo el proyecto de la “Teología de la Liberación”.
Como ya saben, una de las “luchas” del marxismo-leninismo es la lucha cultural, cuyo exponente máximo fue Antonio Gramsci que, en cierto modo, contradecía a Lenin. En esta “lucha cultural” se han apoyado, y se apoyan, los estrategas de la Teología de la Liberación, como lo prueba las constantes menciones y citas del citado Gramsci. Veamos algunos puntos fundamentales del italiano.
1º).- La prioridad de la praxis, es decir, que cualquier principio marxista-leninista, por muy básico que parezca, debe ajustarse a la praxis, que no es otra cosa que la táctica revolucionaria. Lo más importante no son las palabras ni los principios, sino los resultados, aunque muchas veces, y por pura táctica, haya que olvidarse, ignorar, e incluso renunciar a los mentados principios y palabras, ya que, por principio, el marxismo-leninismo tiene el objetivo prioritario de destruir el capitalismo, empleando para esto todo tipo de artimañas, mentiras, pactos, engaños, trampas, et, etc
2º). Dicha “lucha cultural” tiene por objeto el penetrar en la “sociedad civil”, que diría Gramsci, con el objeto de dominarla, valiéndose de los “intelectuales orgánicos” (Conocimos a uno que, además de ser un pedante infumable, tenía un taco en la cabeza descomunal).
3º).- Eliminar a todo lo que huela a religión, a la cristiana, se entiende, aunque esto ya venía de muy lejos cuando el judío Marx decía que su objetivo era eliminar a Dios. En Gramsci tuvo un gran valedor, pretendiendo instaurar una iglesia marxista.
En la próxima entrega veremos como el satélite soviético, el cubano Fidel Castro Ruz (no Ruíz como escriben muchos), se constituyó en abanderado de todo esto en el ya abonado terreno de Iberoamérica.
Continuará.
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