sábado, 18 de febrero de 2017

Cristianismo y comunismo ( I X )


Como decíamos en la anterior entrega, en ésta seguiremos viendo la “colaboración” entre comunistas y socialistas, principalmente en América Central y del Sur, y la aparición de la “Teología de la liberación”.


En la década de los sesenta del pasado siglo X X, la desaparecida URSS era la patrocinadora la revolución “cristiano-marxista” en toda Iberoamérica, apoyada por la Cuba de Fidel Castro, a la sazón auténtico satélite moscovita que, siguiendo las instrucciones de la mentada URSS, tejió toda una urdimbre de propaganda y desinformación al más puro estilo gramsciano.

Mediante tácticas y técnicas se fueron creando “movimientos de liberación”, que aparecerían en la citada Iberoamérica y también en Europa. Dichos “movimientos” eran, entre otros, las “comunidades de base”, es decir, grupos muy pequeños que viven en el medio rural y también urbano, manejados por “cristianos” de convicción marxista. Hemos conocido varios, incluso algún que otro clérigo.
Otro “movimiento” fue el de “cristianos por el socialismo”, cuya labor principal era suministrar los dirigentes para las “comunidades de base”. Aquí no había ni democracia, ni libertad ni nada de nada. Los imponían y punto.

Este “movimiento” llega a su culmen en el año 1970 con la llegada al poder en Chile del marxista Salvador Allende. Dos años más tarde, este “movimiento” se crea formalmente, comenzando su expansión por América e incluso por Europa, y creando lo que se llamó “Iglesia Popular”, que se oponía a la verdadera Iglesia Cristiana.

Como no podía ser de otra manera, esta Iglesia Popular necesitaba una ideología para sus fines revolucionarios, ideología que se llamó, y se llama, “Teología de la Liberación”.

Ni qué decir tiene que la base social de estos “movimientos” revolucionarios eran “los pobres”, cuando la verdad es que dichos “pobres” les importan un rábano, dos cominos y tres dídimos, ya que lo que se persiguen es utilizarlos y mangonearlos para sus objetivos político-revolucionarios.

Se podrían poner varios ejemplos. Vamos a citar un par de ellos. Seguro que recuerdan al “obispo” mejicano Sergio Méndez Arceo, uno de los ideólogos de la Teología de la Liberación. Pues a este sujeto se le llenaba la boca con los “pobres” en sus discursos, y sin embargo en sus innumerables viajes propagandísticos se alojaba en lujosos hoteles, no en casa de los “pobres”.

Otro ejemplo es el de los revolucionarios sandinistas de la “Iglesia Popular de Nicaragua”, que vivían en suntuosos chalets y lujosas mansiones expropiadas.

En la próxima entrega veremos la estrategia marxista, basada en el italiano Antonio Gramsci (del que ya hemos hablado varias veces en este blog), para llevar a cabo su proyecto de la “Teología de la Liberación”.


Continuará. 


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