martes, 31 de enero de 2017

La dimensión moral de la persona ( V )


Como hemos visto en los artículos anteriores, la persona se desenvuelve y desarrolla en un ámbito social que va desde la familia, pasando por la escuela, colegio, instituto, amigos, etc, cuyo ámbito posteriormente se irá ampliando.


Es evidente que lo que haga la persona no solamente le va a afectar a ella, sino que repercutirá en las demás. Esta repercusión, en muchos casos, y como estamos viendo en estos momentos en España y en otros muchos sitios, es de carácter antisocial porque tal parece que muchas personas quieren inhibirse del resto, con lo que las consecuencias son catastróficas.

Los resultados de esta inhibición están a la vista: el bien común se ve perjudicado, ya que los actos y modos de actuar de muchas personas, no tienen en cuenta la realidad ni las circunstancias reales de la vida. Dichas personas sólo piensan en sí mismas, con lo que sus actos y su comportamiento están muy lejos del bien social.
Por otra parte, hay actos que, aunque aparentemente sean indiferentes, tienen repercusión en la sociedad. Así, por ejemplo, la cortesía, la educación, el saludo, el saber estar, etc, etc, son realmente indiferentes, pero no cabe duda que la carencia de ellas traen cosas desagradables.

Lo verdaderamente importante son aquellas acciones que beneficien al prójimo, y por tanto a la sociedad. Deberíamos reflexionar qué es lo que les puede pasar a los demás, si obramos de una u otra manera. Para prever las consecuencias que se derivarían de nuestros actos y para procurar y conseguir que sean buenos, se podrían hacer varias cosas, tales como obrar con reflexión; tener presentes los preceptos morales; anteponer el bien común al nuestro particular y pensar qué nos sucedería si un acto o actos cometidos por otra persona o personas recayesen sobre nosotros.

En el próximo artículo veremos someramente los problemas que se plantean en la vida común


Continuará.



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