lunes, 16 de enero de 2017

También merecen calles. Especial ( X I )




La primera imagen es la del cadáver del padre Sabino. 


Vemos que con esto de la "memoria histórica", hay personas que piden que algunas calles lleven el nombre de los asesinados por un solo bando. Como hay que ser ecuánimes, nosotros haremos también lo mismo con una serie de personas que figuran en esquelas aparecidas en el periódico "La Nueva España" de aquel entonces.

Hoy recordamos de manera especial, a unos tíos abuelos del que escribe estas líneas, y aprovechamos unos comentarios de Manuel Azaña escritos en su obra “Causas de la guerra de España”, Editorial Crítica S.L., 2.002, 163 páginas incluido índice, obra que comentaremos próximamente. En la página 96 se puede leer:

“En el territorio dependiente del gobierno de la República, caían frailes, curas, patronos, militares sospechosos de fascismo, políticos de significación derechista. Que todo esto ocurriera, en su territorio, contra la voluntad del gobierno de la República y a favor del colapso en que habían caído todos los resortes del mando, es importante para los gobiernos mismos y para su representación política. Pero si las atrocidades cometidas en uno y otro bando se consideran, no desde el punto de vista de la autoridad del Estado y de la justicia legal, ni del de la responsabilidad de quienes hayan gobernado en cada zona, sino como un fenómeno patológico en la sociedad española, el valor demostrativo de unos y otros viene a ser lo mismo; su carácter, mucho más entristecedor. La guerra es todavía una fase de la política. Juzgamos la licitud o la ilicitud de una guerra según los designios políticos que persigue. Las atrocidades del resentimiento homicida no pueden juzgarse con ese criterio. No es menester apelar a él para reprobarlas, ni es permitido invocarlo para absolverlas. Tal primitivismo de sentimientos, un desastre tan irracional de los instintos, suprimen la política, la expulsan. Ya sabemos que existe el recurso de organizar la ferocidad y utilizarla como arma defensiva del estado. Sistema del terrorismo, con el que la violencia inmoral parece reincorporarse a una razón política. Mas, si las atrocidades resultantes del desorden inficionan mortalmente la causa que pretenden servir, el terrorismo organizado no asegura nada, ni siquiera su propia duración”.

¿Qué dicen a todo esto los historieteros de fascículos y algunos de cátedra?.. Pues nada. Se callan como zorras.

Continuará


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