lunes, 23 de enero de 2017

“El conocimiento inútil” ( I )


Así se intitula el libro de Jean-François Revel, Editorial Planeta, 2007, prologado por Javier Tusell, 499 páginas incluido ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS.  La obra consta de 12 capítulos, de los que destacaríamos “La mentira compleja”, página 157, y "El fracaso de la cultura”, página 403.


Este  libro, junto con “La obsesión antiamericana”y “La tentación totalitaria”, (libros ya comentados en noviembre y diciembre del pasado año 2016), forma parte de una trilogía que debería leer todo el mundo. Pero, claro, “la cultura popular” no está para estas cosas. Está para el fútbol, para los programas televisivos de “famosos”, para las celebraciones de acontecimientos “astur-celtas”, para carreras de sacos, “fogueras”, etc, etc.

La característica fundamental de este libro, así como de la trilogía, es la denuncia permanente y constante de la mentira. “La primera de todas las fuerzas que dirige el mundo es la mentira”, comienza el libro.

Revel nos dice que el ataque de los enemigos de la libertad se ha dirigido, y se dirige, de forma premeditada, a demoler las bases y los fundamentos que sostienen nuestra sociedad con el objetivo de sustituirla por otra. Y es que, para destruir una sociedad que depende de mantener ciertas normas éticas, como son el uso de la razón y de la información veraz, es necesario corromper la ética, negar la capacidad de la razón y, sobre todo, contaminar las fuentes de formación e información de los ciudadanos a través del control de la educación y los “massmedia”, siguiendo las instrucciones de Gramsci. Una vez controlados y colonizados los medios, quedan como quinta columna en las sociedades libres. Esta es la estrategia que han empleado siempre los enemigos de la libertad y de la civilización occidental.

En la página 42, y dentro del capítulo 3 intitulado “De la mentira simple”, se lee:

“Ninguna mentira podría imponerse, de manera duradera, en las ciencias exactas. De vez en cuando, en ellas se reproducen supercherías. Pueden engañar durante algún tiempo a la comunidad científica, pero dependen en última instancia de la psicopatología. Un raro ejemplo de longevidad de una estafa científica fue, en la Unión Soviética,  el de la teoría biológica de Lyssenko, que se impuso desde 1935 hasta 1964; o, más exactamente,  que fue impuesta por un Estado totalitario a todo un país como doctrina oficial”.

En la próxima entrega veremos la enorme estafa que supuso la teoría de Lyssenko junto a la de Kondratrieff.


Continuará.




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