Decíamos en el anterior artículo que entre los siglos V I I I al V a. de C. aparecen los profetas, así como Confucio, Buda y Zoroastro y los primeros filósofos griegos. Las doctrinas religiosas y filosóficas de estos personajes, no solamente contribuyeron al desarrollo cultural, sino también al desarrollo moral de la persona. Posteriormente, el desarrollo tanto de la filosofía griega, como el Derecho en Roma contribuyeron aún más a aumentar el citado desarrollo.
El desarrollo completo llegaría con la aparición del Cristianismo, que valdría para toda la Humanidad y que sería base y cuna de la civilización occidental y en el que se basarían las principales leyes humanas para la convivencia en paz. También el desarrollo científico y técnico ha contribuido para dicha convivencia, aunque en muchos aspectos ha valido también para enfrentamientos.
No cabe duda de que en la historia de la Humanidad ha habido retrocesos precisamente por el abandono del cristianismo. Ahí tenemos el caso de la extinta URSS, que precisamente se derrumbó por la carencia, entre otras muchas cosas, de dos bases fundamentales del cristianismo: la familia y la libertad.
Como ya se sabe, la persona es un ser sociable, que le lleva a convivir relacionándose con las demás personas. Aquí hay que tener en cuenta una cosa importante: convivir no es solamente vivir unas personas junto a otras, sino vivir en relación de paz y armonía.
En muchos países del mundo conviven cristianos con musulmanes. El resultado ya sabemos cuál es: persecución brutal de aquellos por parte de los islamistas. Es decir, el hecho de que grupos de personas vivan en conjunto, no es convivencia, sino coexistencia que, si bien algunas veces suponen relaciones de amistad, en otras se convierten en hostilidad.
La convivencia precisamente está basada en el principal pilar del Cristianismo: el amor al prójimo. Con sólo esto es suficiente para que haya una verdadera paz y entendimiento entre las personas
Continuará.
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