El
título completo del libro es “La ceguera
voluntaria. Los socialistas y el nacimiento del mito soviético”, autor
Christian Jelen, Editorial Planeta, 1.985, 235 páginas. El libro está prologado nada más y nada menos
que por Jean-François Revel. Esta obra es sencillamente estremecedora.
Nos
dice Revel en el prólogo:
“¿Acaso el hombre, tal como pretende,
desea conocer la verdad? ¿Acaso desea, cuando la conoce, sacar partido de ella?
¿Acaso desea la libertad? ¿La justicia? ¿Acaso desea, incluso, la prosperidad?
Llegamos a dudar de ello cuando asistimos al espectáculo de tantas personas
inteligentes que, resguardadas en una democracia de progreso social, han
escogido con pleno conocimiento de causa luchar por una sociedad basada en la
mentira, la esclavitud, la desigualdad, la miseria y la muerte”.
Más
adelante comenta:
“La realidad soviética cristalizaba en
lo inaceptable, pero la propaganda soviética alcanzaba un arte tan
perfeccionado del engaño que no sólo consiguió sustraer de las miradas de todo
el mundo el infierno comunista, sino que logró hacerlo en el exterior por un
paraíso. Algunos de los testigos honrados que se resistieron a dejarse
embaucar, como André Gide o los excomunistas desengañados - así Boris Souvarine – se toparon con un fuego
tan intenso de contraofensivas, que fueron neutralizados y, a veces,
desacreditados. Los socialistas occidentales, la izquierda no socialista e
incluso la Liga
de los Derechos Humanos se tragaron en estas condiciones los procesos de Moscú
sin atragantarse demasiado”.
Al
final del prólogo, se lee:
“Gracias al libro de Christian Jelen,
advertimos que la izquierda no comunista incurrió muy pronto en faltas de
honestidad intelectual graves. Más tarde
se acostumbró sin remordimientos a utilizar métodos de discusión estalinianos,
violando de este moto los principios morales que reivindicaba”.
En
la página 23 se puede leer lo siguiente sobre
la revolución de octubre soviética y la toma del palacio de Invierno:
“En la leyenda de la revolución de
octubre, el hecho de armas más espectacular es la toma del palacio de Invierno.
En efecto, ha conmovido la imaginación de las generaciones de jóvenes
revolucionarios, que intentaron repetirla en los cinco continentes sin saber
que el episodio de Petrogrado, el 6 de noviembre por la noche, consistió en el
asalto a un edificio custodiado por tan sólo unos centenares de cadetes y un
batallón de mujeres jóvenes presas del pánico”.
Sobre
la toma del palacio de Invierno, diría Lenin posteriormente: “Fue más fácil que levantar una pluma”.
En
la próxima y última entrega veremos algo sobre la “grandiosa” revolución de
octubre bolchevique.
Como
siempre decimos, y no nos cansaremos de repetirlo, libro muy recomendado para
los de la memoria histórica, incluidos titiriteros, “artiscejos”, televidentes
esclavizados por lo políticamente correcto y demás seres de alienantes rutinas.
Continuará.
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