En cualquier nación
democrática, si las políticas que sigue el gobierno no son las acertadas, deben
criticarse y ponerse en tela de juicio. Esto es elemental.
Pero aquí sucede que la
crítica no existe, aunque nos hagan creer lo contrario. Cuando hay una
“crítica” al gobierno, al receptor del mensaje, es decir, “el pueblo soberano”,
se le “sobreinforma” con el objeto de que su capacidad de análisis y de
deducción queden anuladas. Por otra parte,
el emisor de tal “crítica”, suele ser un fiel servidor de la voz de su
amo ya que, como hemos dichos muchas
veces y está sobradamente comprobado, el poder mediático se encuentra cada vez
en menos manos, y esas manos ya sabemos de quiénes son.
Esto lleva a la desaparición
del pensamiento independiente y libre,
produciendo un pensamiento “estandar” que, en la mayoría de los casos,
es fanático y extremista, en el que la verdad es constantemente ultrajada y la
mentira campa por sus respetos, siendo muy difícil conjurar el peligro para la
verdad y la libertad.
Por otra parte, hay que tener
en cuenta que la información (desinformación muchas veces) y la comunicación,
funcionan según el mercado, o mejor dicho, se rigen por el mercado. Es decir,
si el “mercado” exige que se hable de “famosos”, esa bolsa se cotizará al alza,
aunque sus valores no sean precisamente éticos y morales.
Otro asunto grave de esos “profesionales de la información”,
que destilan relativismo moral por los cuatro costados, y se erigen en los
trompetistas de lo políticamente correcto, es que tramiten que el tal
relativismo es un “triunfo de la libertad de expresión”.
Pero estos relativistas de la
libertad de expresión, se ponen catatónicos e intolerantes cuando alguien saca
a palestra temas de gran calado, como puedan ser el aborto, la eutanasia, los
menores violados y violadores, la delincuencia juvenil, etc. No dicen ni “mu”
cuando en la tele-basura se ven todo tipo de programas que tratan de divertir
con la crueldad, con la violencia, con lo sensacionalista, con lo macabro, con
la vida de los “famosos”, transmitiendo un modelo de vida que hay que imitar y
que te llevará al éxito. Si se hace la menor crítica a todo esto, son capaces
de lanzarte un cohombro a la cabeza.
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