viernes, 6 de enero de 2017

La dimensión moral de la persona ( I I )


Como decíamos en el artículo anterior, la vida de cada persona está condicionada por varias circunstancias completamente independientes de deseos y voluntades particulares. Aunque fuéramos tal y como somos, es evidente que el “modus vivendi” no sería el mismo si hubiésemos nacido en la época de las catacumbas, o en la Edad Media, que el de ahora del siglo XXI. Es decir, aunque nuestras capacidades fuesen las mismas en las diferentes épocas, no podríamos desarrollar ni conseguir los fines que nos proponemos en estos momentos.
Todo esto quiere decir que la vida está condicionada por el lugar en que se ha nacido, así como por las tradiciones. Hay otro tipo de condiciones de carácter familiar, económico y social, que también influyen.

Como puede observarse, la vida de una persona siempre estará condicionada porque no se presenta sola o aislada, sino en un ambiente y medio dado y siempre en relación con las demás personas, es decir, coexistiendo y conviviendo.

El grupo de personas que convivan según con normas y formas comunes, forman una sociedad porque, como ya sabido, y según la máxima aristotélica, la persona es por naturaleza un ser social.

De todo esto se desprende que para que la vida individual se mantenga y llegue a cierto grado de civilización y perfección, no le queda más remedio que activar la vida social. Esta sociabilidad tiene tres bases o fundamentos:

a).- Lo que podemos llamar necesidad. Nacemos en el seno de una familia en la que, sin su ayuda, moriríamos a los pocos días, prolongándose dicha ayuda varios años.

b).- Inclinación. Toda persona normalmente constituida busca y necesita del trato de sus semejantes, inclinación que, por otra parte y en otro aspecto, sirve para procreación.

c).- Progreso. No se progresaría nada si la persona actuase sola. Es necesaria la colaboración. No digamos ya nada cuando hay que hacer grandes trabajos o tareas imposibles de realizar durante la cortísima vida de una persona.

Por otra parte, y pasando al tema histórico, tan manoseado y desvirtualizado en estos tiempos, el acontecer histórico, fruto de esa sociedad, no se produce como si fuese un fenómeno natural, como algunos pretenden demostrar con sus “análisis químicos”, sino porque en dicho acontecer interviene la libertad humana. Un ciclo natural se repite constantemente: la semilla origina la planta, la cual crece floreciendo o dando frutos, originando a su vez otras semillas. Este ciclo natural es cerrado. Sin embargo, el ciclo histórico es totalmente abierto porque, debido a esa libertad, los acontecimientos y posibilidades son de difícil pronóstico además de indefinidos.

Continuará.


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