Como ya saben, escribimos en
este blog muchos artículos sobre marxismo-leninismo. En varios de dichos
artículos, algunos lectores han escritos comentarios llenos de insultos,
comentarios que, obviamente, no insertamos en el blog.
De dichos comentarios, firmados con pseudónimos, destacaríamos uno escrito con una pedantería marxista infumable, calificando nuestros artículos de “ideológicos”. Vamos a contestar a este pedante no con insultos, obviamente, sino razonadamente.
Por otra parte, procuramos evitar las recetas de los “pensadores-químicos” que todo lo resuelven con análisis, frases y construcciones muy bonitas y polisémicas. También procuramos evitar los simplismos y los maniqueísmos en los que suelen caer los formadores de la opinión pública (maestros, catedráticos, periodistas asalariados de lo políticamente correcto, “intelectuales”, políticos, “mass-media”, etc). Intentamos buscar la verdad de los hechos y de las cosas, sin hacer mucho caso a los tenores del pensamiento políticamente correcto, que suelen tener obstruida la visión de la realidad.
Las ideologías suelen crear fanáticos, que son seres manipulados y carentes de pensamiento y razonamiento. Solo se mueven y actúan por férrea disciplina y por consignas. Además, las ideologías son como la droga: trastocan la realidad y crean un mundo cerrado, ficticio y cuasi perfecto. En este mundo todo tiene sentido y a todo se encuentra explicación, aunque se empleen razonamientos falsos llenos de sofismas, como el “ad verecundiam” y el “ad populum”, sin tener en cuenta lo inesperado, lo arbitrario y lo incompresible, muchas veces, de la conducta humana. Por otra parte, las ideologías pueden producir una alucinación colectiva de difícil disipación.
Y la segunda razón es que nunca hemos tenido gran simpatía por la polémica. El que se dedica a polemizar, por lo general no tiene gran cosa que decir, y prefiere discutir a pensar, buscando una visión interesada de las cosas. Además, las polémicas rara vez contribuyen a aclarar los asuntos y, mucho menos, a llegar a un acuerdo. Los que polemizan se suelen encasillar, encasquillar y echar el telón ideológico. También suelen aferrarse a consignas en vez de a ideas, anclándose en sus dogmas y obsesiones, lo que les hace mantener la mente cerrada a otro punto de vista.
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