Como es sabido, la China
comunista estableció en su día una enmienda constitucional autorizando la
propiedad privada, que es la antítesis del comunismo, para continuar con el
auge de la economía china que había tomado medidas liberalizadoras iniciadas
hace muchos años por Deng Xiaoping, en contraposición a las políticas de
confiscación que había llevado a cabo Mao por los años 60 del siglo XX, dando lugar
a otra hambruna gigantesca, provocada por los experimentos sociales del Gran
Reformador Agrario.
Esta protección a la
propiedad privada tendrá como consecuencias inmediatas atraer inversiones,
fomentar el ahorro, aumentar la productividad, crear más empleo, etc. No en
vano el crecimiento económico de
Para el economista Ramón Tamames (ver su obra “China: la cuarta revolución”, Editorial Alianza, Madrid 2001), China se encuentra ante su cuarta revolución, que está llevando al país asiático a la sustitución de la planificación central, por una serie de medidas liberalizadoras con potenciación y protección de la empresa privada, y al ingreso de China en la OMC (Organización Mundial del Comercio), cosa que ocurrió en diciembre de 2001.
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