Así se intitula el libro de Javier Barraycoa,
Editorial LIBROSLIBRES, 2.011, 365 páginas, incluido el índice Onomástico.
Este libro la verdad es que no tiene desperdicio. Diremos que el autor es un catalán nacido en Barcelona en 1.963, vicerrector de la Universidad Abat Oliva CEU, habiendo sido Vicedecano de Ciencias Políticas y de la Administración.
El libro está dividido en 222 apartados en los que se
pueden ver, por ejemplo, el origen del himno de Cataluña, Els segadors, de la sardana, de
la propia lengua, las relaciones Castilla-Cataluña. Nos habla también de la
fundación del equipo del Barcelona por el suizo Juan Gamper, quien prohibió que
jugaran futbolistas catalanes. Asimismo se cuenta también como había
catalanistas que tachaban al resto de los españoles de moros, incluso de
semitas, y que decían que ellos, los catalanes, tenían un hueso especial en la
cabeza que los diferenciaba no ya de los españoles, sino del resto del mundo.
Nos dice el autor en la páginas 23 a 25:
“El
doctor Francisco Canals, que fuera catedrático de Metafísica en la Universidad
de Barcelona, catalán de raigambre y un profundo estudioso del catalanismo, lo
caracterizaba de la siguiente forma: ‘El nacionalismo es al amor patrio, lo que
es un egoísmo desordenado en lo afectivo,
y pretendidamente autojustificado por una falsa filosofía, a aquel recto
amor de sí mismo que se presupone incluso en el deseo de felicidad [. . .] El
nacionalismo, amor desordenado y soberbio de la ‘nación’, que se apoya con
frecuencia en una proyección ficticia de su vida y de su historia, tiende a
suplantar la tradición religiosa auténtica, y a sustituirla por una mentalidad
que conduce por su propio dinamismo a una ‘idolatría’ inmanentista’. Esta
autoidolatría a través dela proyección en el colectivo esconde muchos resortes
psíquicos. El psicólogo norteamericano Oliver Brachfield, en su obra titulada
‘Los sentimientos de inferioridad’, plantea
la cuestión de los sentimientos de superioridad e inferioridad en los
pueblos pequeños. Entre varios casos, hace alusión al catalanismo político
como: ‘un complicado, pero en el fondo sencillo fenómeno
socio-económico-psicológico, cuyo motor anímico era el resentimiento,
engendrado por un violento complejo de inferioridad-superioridad’. Ciertamente,
el espíritu catalanista, como se expondrá a lo largo de este libro, ha tenido que
debatirse entre el sentimiento de superioridad sobre los otros pueblos hispanos
y la queja constante de estar oprimidos ¿Cómo resolver la contradicción entre
la idea de ser superiores y la afirmación de que los inferiores os han dominado
durante siglos? Difícil solución tiene la aporía”.
Brachfield también dice que “Las pequeñas naciones propenden a considerarse como el ombligo del
mundo, cultivan el etnocentrismo más exagerado y cándido, enseñan en las
escuelas que su lengua es la más hermosa del mundo”.
Prosigue el autor diciéndonos que “durante mucho tiempo en la Cataluña rural se vio en el catalanismo una
especie de extravagancia de ‘los de
Barcelona’, especialmente de algunos burgueses. De hecho, no podría entenderse
el catalanismo sin la voluntad de la burguesía catalana de acoger esta nueva
ideología. Una ideología que ha sobrevivido a la conservadora burguesía
catalana para acabar arraigando en los elementos más izquierdistas de Cataluña.
Hoy, no deja de ser divertido contemplar cómo una ideología que arrancó de los
elementos más conservadores de la sociedad catalana es defendida a ultranza por
la izquierda”.
Recomendamos leer este libro, del que no habla
prácticamente nadie, y muy “ad hoc” a estos momentos que vivimos.
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