Como decíamos
en la anterior entrega, en ésta veremos cómo Eugen Böhm-Bawerk (1850-1914),
economista de la Escuela austriaca, rebatió en su día
el concepto de plusvalía, así como el de valor y coste de producción marxistas.
También decíamos que pondríamos los ejemplos de la producción de una máquina de
vapor y el de la vendimia. Los
tres cimientos sobre los que se basa la producción eran, según la economía
tradicional, la tierra, el trabajo y el capital. Böhm-Bawerk aportó otro
concepto, el tiempo,
con el que desmontaría y desarticularía la teoría de la explotación marxista.
Transcribimos dos ejemplos: el de la producción de una máquina de vapor y el de
la vendimia.
La máquina de vapor.
"Imaginemos que la producción de un
bien, por ejemplo de una máquina de vapor, cueste cinco
años de trabajo, que el valor de cambio obtenido de la máquina terminada sea
5.500 florines y que intervengan en la fabricación de la máquina cinco obreros
distintos, cada uno de los cuales ejecuta el trabajo de un año. Por ejemplo,
que un obrero minero extraiga durante un año el mineral de hierro necesario
para la construcción de la máquina, que el segundo dedique otro año a convertir
ese mineral en hierro, el tercero a convertir el hierro en acero, que el cuarto
fabrique las piezas necesarias y el quinto las monte y dé los toques finales a
ésta. Según la naturaleza misma de la cosa, los cinco años de trabajo de
nuestros obreros no podrán rendirse simultánea, sino sucesivamente y cada uno
de los siguientes obreros sólo puede comenzar su trabajo una vez hayan
culminado el suyo los obreros anteriores ¿Qué parte podrá reclamar por su
trabajo cada uno de los cinco copartícipes, con arreglo a la tesis de que el
obrero debe percibir el producto íntegro de su trabajo?
Si no existe un sexto elemento extraño que
anticipe las retribuciones, deberán tenerse en cuenta dos puntos absolutamente
seguros. El primero es que no podrá efectuarse el trabajo hasta pasados cinco
años. El segundo es que los obreros pueden repartirse los 5.500 florines. Pero,
¿con arreglo a qué criterio? No por partes iguales, como a primera vista
pudiera parecer, pues ello redundaría considerablemente a favor de aquellos
obreros cuyo trabajo corresponde a una fase posterior del proceso productivo y en
perjuicio de los que han aportado su trabajo en una fase anterior. El obrero
que monta la máquina percibiría 1.100 florines por su año de trabajo
inmediatamente después de terminado éste; mientras, el minero no obtendría su
retribución hasta pasados cuatro años. Y como este orden de preferencia no
puede ser en modo alguno indiferente a los interesados, todos ellos preferirían
el trabajo final y nadie querría hacerse cargo de los trabajos iniciales. Para
encontrar quien aceptase éstos, los obreros de las fases finales se verían
obligados a ofrecer una participación más alta a sus compañeros encargados de
los trabajos preparatorios. La cuantía de esta compensación dependería de dos
factores: la duración del aplazamiento y la magnitud de la diferencia existe entre
la valoración de los bienes presentes y futuros. Así por ejemplo si esta
diferencia fuese del 5 por ciento anual, las participaciones se graduarían:
1.200 florines para el primer obrero, 1.150 para el segundo, 1.100 para el
tercero, 1.050 para el cuarto y 1.000 para el quinto.
Sólo podría admitirse la posibilidad de
que los cinco cobrasen la misma suma de 1.100 florines partiendo del supuesto
que la diferencia de tiempo les fuese indiferente."
"Supongamos ahora que los obreros,
como ocurre en la realidad, no puedan o no quieran esperar para recibir su
salario a que termine el proceso productivo y que entren en tratos con un
empresario para obtener de él un salario a medida que vaya rindiendo su
trabajo, a cambio de lo cual el empresario adquiere la propiedad del producto.
Supongamos que este empresario sea una persona exenta de todo sentimiento
egoísta. ¿En qué condiciones se establecería el contrato de trabajo? No cabe
duda de que el trato por los obreros sería absolutamente justo si el empresario
les paga como salario exactamente lo mismo que recibirían como parte alícuota
en el caso de organizar la producción directamente y por cuenta propia. En este
caso 1.000 florines inmediatamente después de terminar su trabajo, que era lo
que percibía el obrero que cobraba inmediatamente. Puesto que los cinco obreros
aportan exactamente el mismo trabajo, lo justo será que perciban el mismo
salario".
La
vendimia
“Supongamos que un vino necesita madurar
en la barrica durante veinte o cuarenta años para alcanzar una calidad
extraordinaria. Los cultivadores, recolectores y pisadores de la uva, no pueden
cobrar hasta pasadas decenas de años salvo que un capitalista les adelante su
retribución. Si quieren cobrar inmediatamente después de finalizar su tarea,
deberán hacerlo no conforme al valor del vino ya maduro, sino de acuerdo al
valor del vino sin edad que es notablemente inferior. Si alguien les anticipa
sus retribuciones y luego vende el vino pasados cuarenta años, ¿de verdad creen
los socialistas que dicho empleador debe buscar a sus antiguos operarios y
retribuirles con los intereses del capital? Y si el vino se malogra o cae de
valor debido a cambios en el gusto de los consumidores, ¿tendría sentido que
les persiguiese para exigirles el reembolso de lo cobrado?”
La realidad,
que es muy tozuda, ha demostrado que las teorías marxistas no valen. Lenin, sin
embargo, haciendo gala de un dogmatismo y de una ceguera cerril, cuando le
decían que sus teorías no concordaban con la realidad, respondía: “Lo siento por la realidad”.
Aún hoy, y ante la evidencia de los 145 millones de pobres que ha dejado el
marxismo-leninismo en la ex URSS, todavía hay quien sigue empecinado en sus
dogmas y, sobre todo, en el de que la lucha de clases es el único motor de
progreso. Hay que fomentar, por tanto, tal lucha para favorecer a los más
necesitados. Quien tiene algún bien es que ha privado a otro de tenerlo. En el
pensamiento marxista lo que cuenta es la lucha de unos contra otros. Cuando se
analizan las causas de la pobreza, por ejemplo, no se buscan remedios para
atajarla, sino culpables para castigar. Se siembran así el odio, el rencor, el
resentimiento, la destrucción, la mentira, etc, etc.
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