Como ya saben, nos gusta recuperar la “memoria democrática”
de “Su Sanchidad”, pero la reciente. Vamos a ello.
Como recordarán, el defenestrado comunista
Gaspar Llamazares, hombre de gesto adusto y verbo encizañador, dijo en su día
aquello de que era partidario del “multiculturalismo identitario” ¿A
qué multiculturalismo se referriría este sujeto? ¿Al que hay en su “modelo
referencial” (Cuba), y el que hay en Corea del Norte, en Venezuela, en
los países islámicos, o en la destartalada URSS? En los países citados no hay
ningún tipo de multiculturalismo. Lo que sí hay es un “relativismo” cultural
que rechaza lo que no está de acuerdo con el sistema.
Este “relativismo” cultural es producto de la baja o falsa intelectualidad de
estos fámulos de la internacional de la mentira, del odio y del terror que
pululan por los “mass-media”. Nos hemos topado varias veces con estos sujetos,
y hemos llegado a la conclusión de Solaric: “Nunca discutas con un
imbécil. Te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia”.
También decía Kant: “No discutas nunca con un idiota, la gente podría
no notar la diferencia”.
El “relativismo” cultural dice que todas la culturas son, cuanto menos,
respetables. De acuerdo. Pero se da la circunstancia de que el cristianismo no
tiene el mismo valor que el islamismo: a aquél se le persigue y se le odia,
mientras que a éste se le tolera. Es decir, la tolerancia no existe y la
diferencia no se respeta.
Lo que hay que respetar y tolerar es cualquier religión, cultura, ideología
política, etc. que respete los derechos humanos. Esto es tan obvio como
evidente. En caso de no ser así, hay que combatirlas porque entonces nos
haríamos cómplices. Y esto es lo que está sucediendo en estos momentos en
Europa, y más concretamente aquí en España.
¿Acaso no se está protegiendo al islamismo? ¿Cómo es posible que se permita que
una religión que somete y desprecia a la mujer situándola en un nivel inferior
al hombre; que permite la ablación de clítoris, pena de muerte, bien por
lapidación o por horca; que ejecuta, asimismo, a personas por ser homosexuales
o por el mero hecho de apostatar o cambiar de religión, etc, etc, campe por sus
respetos y nadie diga nada? ¿Por qué no salen a la palestra las jefas de la
sección feminista de “Podemos”, del PSOE, de IU, etc, denunciando todas estas
bestialidades que se cometen contra las mujeres? ¿Será que tiene miedo?
De esto se deduce que la cultura de Occidente no puede ser igual que la
islámica. No hay más que fijarse en detalles: nuestra cultura, la europea, ha
tenido sus pilares en Grecia, en Roma y en el cristianismo. Esto suponemos que
no habrá nadie que lo niegue. Y de estos pilares han salido, entre otras cosas,
la democracia y la libertad. Y si no que se lo pregunten a esa marea de
inmigrantes que vienen huyendo espantados de la miseria y que son víctimas de
dictaduras terribles o de regímenes totalmente corruptos.
Lo diremos muchas veces: en ningún país islámico existe democracia. Por tanto,
si nos “pinga la babaya” (permítasenos parafrasear a Teodoro
Cuesta) hablando de democracia, habrá que defenderla a toda costa, y no con
frases muy bonitas y polisémicas empleando la más sutil logomaquia y demagogia.
El genial Giovanni Sartori, ya pronosticó en su día el desastre que traería
para Occidente el mentado “multiculturalismo” ya que, entre otras cosas, el
problema principal es que esos “multiculturalistas” que nos están invadiendo,
no se quieren integrar en la sociedad que les acoge, queriendo imponer sus
leyes, normas, religión, modelo político, etc, etc.
A pesar de las nefastas consecuencias que puede traer todo esto, los que atacan
nuestras raíces cristianas siguen en sus trece. Por poner un par de ejemplos,
ahí tenemos a los “podemitas” que quieren quitar del escudo de Sevilla la
espada de Fernando I I I el Santo, o sus homólogos comunistas de IU con su
árbol de Navidad ardiendo.
Nota.- Recomendamos leer el comentario que hemos hecho sobre el libro “Homo
videns. La sociedad teledirigida”, autor Giovanni Sartori, insertado en
este blog con fecha 23 de abril de este año.
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