Como decíamos en la anterior
entrega, en ésta veremos algo sobre la realidad de aquella terrible Rusia
soviética.
La realidad hacía que el sistema
no funcionase. Ante constante disminución de la producción, hizo que la
“nomenklatura” del partido dejase que funcionase el individualismo, lo que dio
origen a un capitalismo particular. Evidentemente esto no se comentaba en el
extranjero, en donde los fanáticos “idiotas útiles” predicaban que el comunismo
era el “porvenir radiante de la Humanidad”. Ignorancia o cinismo.
Este fracaso de la producción,
sobre todo en el mundo campesino, demostró que no bastaba el reparto nominal de
tierras que, según la doctrina, aseguraba el bienestar de todos. Lo que había
que hacer era producir en abundancia para luego distribuir satisfactoriamente.
La industria no salía adelante
porque estaba en manos de esclavos del estado, mal vestidos y alimentados. Las
escasas ganancias que se obtenían caían en manos de los burócratas.
Como la cosa no funcionaba se
inventaron los “planes quinquenales”, toda una auténtica propaganda como puede
verse en el libro “La revolución rusa ( I
I ). Del marxismo al nacionalismo”, autor Henri Rollin, Editorial España,
Madrid 1932, 372 páginas. Lo que en realidad sucedía era que la agricultura
estaba totalmente militarizada, lo que acarreaba atroces y bárbaras
persecuciones con el objeto de imponer la colectivización, con lo que el
campesino perdía su verdadera libertad, encontrándose en una situación peor que
en la época zarista. Sobre este asunto, se lee en el libro antes citado:
“En cada región queda prescripta la organización de los
campesinos en colonia, y las colonias en brigadas por especialidades. Cada
colonia y cada brigada bajo el mando de un jefe. A cada brigada ha de
asignársele una parcela de terreno numerada. Igualmente ha de numerarse el
ganado, las máquinas agrícolas, los atalajes, etc. Cada tarde le jefe de
brigada recibe del jefe de colonia las órdenes para el día siguiente. Todos los
días se lleva una anotación especial de aquellos que no cumplen la tarea que se
les ha sido asignada, a fin de poder tomar medidas adecuadas”.
Como puede deducirse de este
párrafo, nadie puede ausentarse sin el debido permiso del brigadier, así como
rechazar la tarea que le fuese asignada. Para que esto no sucediese, allí
estaba el ejército rojo, que se dedicaba, entre otras cosas, a la “adaptación”
de los campesinos a sus labores en las explotaciones colectivizadas.
En la próxima entrega veremos los
“esfuerzos” del régimen para hacer esta tarea, esfuerzos que contaron con miles
y miles de soldados.
Continuará.
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