martes, 17 de octubre de 2023

Colapso de la URSS. Cambio de vida para millones de personas ( I X )


 

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre el mundo campesino, tan nombrado por los propagandistas del sistema.

En la URSS, y principalmente en aquello primeros años de su existencia, el mercado más importante y principal de consumo era interno que abarcaba a 150 millones de personas, siendo el mundo rural el principal consumidor, que se veía privado de muchas cosas por el elevado precio de los productos. Como es lógico, los costos de los productos manufacturados no beneficiaban a la industria precisamente por el consumo limitado de dicho mundo campesino. Por otra parte, tampoco convenía subir el precio de la producción agrícola, ya que haría subir el costo industrial.

Como saben, el gobierno era el que fijaba los precios de los productos agrarios, lo que hacía que los agricultores exigiesen una reducción de los precios de las mercancías industriales. Como el Estado era el único que adquiría las cosechas, a precios bajísimos, y por otra parte los agricultores tenía que pagar los impuestos, no les quedaba más remedio que vender sus productos inmediatamente y como fuese, constituyendo esto una peligrosa oposición al sistema.

El mismísimo Stalin reconocía la inferioridad de la industria. Decía en 1928:

“Estamos rodeados por una serie de países capitalistas cuya técnica está más desarrollada y es más perfecta. Para llegar a la victoria final del socialismo, es preciso alcanzar y adelantar a esos países. Llegaremos o desapareceremos” ( I ). Efectivamente así fue: desaparecieron.

Curiosamente, el que fuera presidente del consejo de los comisarios del pueblo, Rikof, refiriéndose a la falta de capitales para poder llevar a cabo el plan industrial, manifestaba en 1927:

“El país no pude vivir mucho tiempo sin inversión de capital. Reconozco, con verdadera pena, que hasta ahora no hemos llegado aún a dar a los obreros un salario igual al de antes de la guerra, ni a poner el nivel de existencia del campesino a la altura a que había llegado bajo el zarismo. Pero hay que dejar muy lejos de nosotros el nivel de vida de Rusia pretérita. La mejora en la manera de vivir  de la gran masa de la población, no se realizará sin al inversión de nuevos capitales en el conjunto de nuestra economía nacional”. ( I )

No hacemos ningún comentario sobre estos párrafos porque se comentan por sí mismos.

Mientras tanto, aquí, en la España rojo-republicana, no en la republicana,  se gritaba “¡Viva la URSS!” y se creaban asociaciones tales como la de “Amigos de la Unión Soviética”, a la vez que los líderes comunistas españoles recibían instrucciones de allí, o iban a la URSS a “aprender”

En la próxima entrega veremos someramente qué era lo que se hacía allí ante las variaciones y oscilaciones doctrinarias del gobierno.

 ( I ) .- “El imperio soviético”,  autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, páginas 143 y 144.

Continuará.




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