Como decíamos en la anterior
entrega, en ésta veremos algo sobre el
mundo campesino, tan nombrado por los propagandistas del sistema.
En la URSS, y principalmente
en aquello primeros años de su existencia, el mercado más importante y
principal de consumo era interno que abarcaba a 150 millones de personas,
siendo el mundo rural el principal consumidor, que se veía privado de muchas
cosas por el elevado precio de los productos. Como es lógico, los costos de los
productos manufacturados no beneficiaban a la industria precisamente por el
consumo limitado de dicho mundo campesino. Por otra parte, tampoco convenía
subir el precio de la producción agrícola, ya que haría subir el costo
industrial.
Como saben, el gobierno era el
que fijaba los precios de los productos agrarios, lo que hacía que los
agricultores exigiesen una reducción de los precios de las mercancías
industriales. Como el Estado era el único que adquiría las cosechas, a precios
bajísimos, y por otra parte los agricultores tenía que pagar los impuestos, no
les quedaba más remedio que vender sus productos inmediatamente y como fuese,
constituyendo esto una peligrosa oposición al sistema.
El mismísimo Stalin reconocía
la inferioridad de la industria. Decía en 1928:
“Estamos rodeados por una serie de países capitalistas cuya
técnica está más desarrollada y es más perfecta. Para llegar a la victoria
final del socialismo, es preciso alcanzar y adelantar a esos países. Llegaremos
o desapareceremos” ( I ).
Efectivamente así fue: desaparecieron.
Curiosamente, el que fuera presidente del
consejo de los comisarios del pueblo, Rikof, refiriéndose a la falta de
capitales para poder llevar a cabo el plan industrial, manifestaba en 1927:
“El
país no pude vivir mucho tiempo sin inversión de capital. Reconozco, con
verdadera pena, que hasta ahora no hemos llegado aún a dar a los obreros un
salario igual al de antes de la guerra, ni a poner el nivel de existencia del
campesino a la altura a que había llegado bajo el zarismo. Pero hay que dejar
muy lejos de nosotros el nivel de vida de Rusia pretérita. La mejora en la
manera de vivir de la gran masa de la
población, no se realizará sin al inversión de nuevos capitales en el conjunto
de nuestra economía nacional”. ( I )
No hacemos ningún comentario sobre estos
párrafos porque se comentan por sí mismos.
Mientras tanto, aquí, en la España
rojo-republicana, no en la republicana,
se gritaba “¡Viva la URSS!” y se creaban asociaciones tales como la de
“Amigos de la Unión Soviética”, a la vez que los líderes comunistas españoles recibían
instrucciones de allí, o iban a la URSS a “aprender”
En la próxima entrega veremos someramente
qué era lo que se hacía allí ante las variaciones y oscilaciones doctrinarias
del gobierno.
( I ) .- “El imperio soviético”, autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos
Aires setiembre de 1932, páginas 143 y 144.
Continuará.
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