martes, 10 de octubre de 2023

Colapso de la URSS. Cambio de vida para millones de personas ( V I I )


 

En aquella destartalada URSS, el agravamiento de la situación por actos de sabotaje, incapacidad de los trabajadores, indisciplina, exceso de formulismos, burocracia por doquier, escaso o nulo interés de los obreros por el trabajo, etc, estaba a la orden del día, aunque de esto el régimen no día ni pío.

La situación, aparte de lo dicho, era poco menos que caótica, ya que la casta del partido se permitía todo lujo de detalles en detrimento del resto. Esto no lo decía la propaganda del régimen sino que, tras jactanciosas declaraciones y manifestaciones, el gobierno manifestaba la “gran industrialización” para engañar, sobre todo, al mundo exterior, como ocurrió aquí en España, por ejemplo, en los años de la I I República, cuando se gritaba “¡Viva la URSS”!, sin saber que el gobierno soviético era de tipo absolutista y represivo.

Determinadas autoridades reconocieron que, después de diez años de “progreso”, no se había elevado el nivel existente en 1913 ya que, entre otras cosas, la fabricación industrial no respondía a las necesidades internas de la URSS, además de que los productos ofrecidos por el gobierno eran de calidad ínfima.

Por otra parte, el despilfarro estaba presente en beneficio de la “nomenklatura”. Esto lo reconoció el mismísimo Stalin en un informe publicado el 13 de abril de 1926, viendo como aumentaba la pobreza general del país.

Asimismo, los obreros quedaron decepcionados y se dieron cuenta del gran engaño de la revolución bolchevique, ya que se les había prometido ser dueños de las fábricas en las que trabajaban, participando en la dirección y beneficio de las mismas, cuando en realidad todo estaba centralizado en poder de una implacable “nomenklatura”, que era la que verdaderamente presidía los comités de dichas fábricas que, obviamente, fueron nacionalizadas. El desastre estaba servido.

Lenin reconoció hasta cierto punto este fracaso, permitiendo que las industrias artesanales volviesen a tener propietarios particulares.

En el citado informe del 13 de abril de 1926, decía Stalin:

“Es indispensable reducir, simplificar, hacer menos costosos y salubrificar el fondo de nuestras empresas del Estado, nuestras instituciones gubernamentales . . . El exceso de personal y la voracidad sin precedentes de nuestros organismos administrativos, han llegado a ser legendarios . . .Es indispensable luchar sistemáticamente contra el robo, contra el robo alegre, por decirlo así,  que se hace en los establecimientos del Estado, en los sindicatos obreros. Precisamos, en una palabra,  principiar una campaña para la supresión de la holganza voluntaria en las fábricas, para aumentar su rendimiento, para reforzar la disciplina del trabajo . . .” ( I )

En la próxima entrega veremos cómo los obreros recurrían a actos de sabotaje ante el rigor militar del trabajo.

 ( I ) .- “El imperio soviético”,  autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 188.

Continuará.



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