Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo el intento de apoderarse de las fábricas de armamento, así como cuáles fueron los principales cabecillas del PSOE y de la UGT de aquellos años.
La revuelta que se estaba organizando, aparte de las armas que tenían los revolucionarios de octubre de 1934, perseguía la incautación de las dos fábricas de Asturias: la de cañones de Trubia y la de fusiles de Oviedo, además también de apoderarse del armamento de la Guardia Civil, una vez realizados los pertinentes asaltos. También tenían previsto hacerse con la fábrica de dinamita de la Manjoya. Estas tres fábricas estuvieron en manos de los sublevados desde el viernes 5 de octubre hasta el lunes 8. Recordar que los socialistas venían haciendo ejercicios militares desde el mes de julio de dicho año 1934.
Los lugares de concentración de los revolucionarios fueron principalmente Sama
de Langreo y Mieres, aunque el Comité Provincial revolucionario estaba ubicado
en Oviedo. Este comité estaba formado por seis socialistas, tres comunistas y
dos anarquistas.
Los principales cabecillas del socialismo y de la U.G.T. de aquel entonces
fueron Ramón González Peña, presidente del sindicato minero de la U.G.T.;
Amador Fernández, miembro de la misma institución; Teodomiro Menénez, Graciano
Antuña y Belarmino Tomás, del partido socialista, así como también Javier
Bueno, director del diario “Avance”.
Por aquel entonces vino a Asturias la propia Pasionaria. Había que sacar tajada
propagandística a la revolución, cosa que consiguió con la “habilidad”
propiamente comunista, es decir, con mentiras y embustes.
Aquella propaganda tuvo su resonancia y eco en el extranjero, principalmente en
Francia, donde comunistas y socialistas actuaban al unísono. La cosa llegó a su
culmen cuando en el mes de abril de 1935 se celebró en París la “Conferencia
Internacional de Ayuda”, a la que asistió, como no podía ser de otra manera, La
Pasionaria.
Con estas patrañas, y otras, el partido comunista tomó las riendas para
la explotación propagandística de lo acontecido en octubre de 1934, ante el
estupor y rebeldía de socialistas y anarquistas.Como era lógico, los comunistas
seguían a pies juntillas los acuerdos tomados en el V I Congreso de la
Internacional Comunista. Esto se vio durante las últimas jornadas de la
insurrección, donde los sovietizados miembros enarbolaron la bandera de la
“revolución traicionada”.
En la próxima entrega seguiremos viendo la manipulación de la Internacional
Comunista
Nota.- Fuente: “Los documentos de la primavera trágica. Análisis
documental de los antecedentes inmediatos del 18 de julio de 1936”, autor
Ricardo de la Cierva, Editorial Secretaría General Técnica, Madrid 1967,
páginas 348 y 349.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario