Lenin, despiadado y cruel sujeto, con sus
planteamientos, que eran pura táctica, consiguió salvar el poder, así como el
partido. Confesó que, ante una derrota, se debía emprender una retirada
estratégica.
Asimismo, en otra ocasión manifestó,
comentando los mismos acontecimientos, que había que retroceder “hasta hallarse en condiciones de reiniciar
una ofensiva duradera” ( I ).
Por otra parte, decidió unilateralmente la
inminente aplicación de la nueva política económica (NEP), que era una
auténtica contrarrevolución, amenazando con fusilamientos a quienes no le obedeciesen.
A pesar de todo, y ya con el terror
imponiendo el trabajo obligatorio, los campesinos no hicieron mucho caso,
cruzándose de brazos en los momentos de la siembra, así como también en los de
la recolección.
Durante el I I I Congreso de la Internacional
comunista, el ideólogo de la NEP, Bujarin, declaraba:
“En
la actualidad la requisa ha llegado a ser imposible. El campesino a quien no
amenaza ya el regreso del gran propietario,
tiende a no producir nada más que lo absolutamente preciso para sus propias
necesidades. Veríamos el momento en que faltaría el pan, en el que las ciudades
enteras morirían de hambre, en que la reconstitución del país sería imposible”( I I )
Sin embargo, Lenin no retrocedió ni un
palmo antes esta situación del campesinado. Bien es verdad que suprimió la
“tcheka”, pero creó en su lugar la temida GPU (NKVD), posteriormente KGB, que,
para mantener las disposiciones leninistas revolucionarias, utilizarán las
desportaciones y los fusilamientos.
La doctrina comunista era incapaz de
suprimir la propiedad individual, sobre todo el mundo rural. El instinto de
propiedad del campesinado, era más fuerte que cualquier principio
revolucionario.
En la próxima entrega veremos algo sobre
la realidad de aquella terrible época en la Rusia soviética.
( I ) .- “El imperio soviético”, autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos
Aires setiembre de 1932, página 148.
( I I ).- Ibidem, página 149
Nota.- Lo destacado en rojo es
nuestro. Evidentemente la amenaza para el campesino era el gran propietario, es decir, el estado.
Continuará.
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