sábado, 7 de octubre de 2023

Colapso de la URSS. Cambio de vida para millones de personas ( V I )


 

Lenin, despiadado y cruel sujeto, con sus planteamientos, que eran pura táctica, consiguió salvar el poder, así como el partido. Confesó que, ante una derrota, se debía emprender una retirada estratégica.

Asimismo, en otra ocasión manifestó, comentando los mismos acontecimientos, que había que retroceder “hasta hallarse en condiciones de reiniciar una ofensiva duradera” ( I ).

Por otra parte, decidió unilateralmente la inminente aplicación de la nueva política económica (NEP), que era una auténtica contrarrevolución, amenazando con fusilamientos a quienes no le obedeciesen.

A pesar de todo, y ya con el terror imponiendo el trabajo obligatorio, los campesinos no hicieron mucho caso, cruzándose de brazos en los momentos de la siembra, así como también en los de la recolección.

Durante el I I I Congreso de la Internacional comunista, el ideólogo de la NEP, Bujarin, declaraba:

“En la actualidad la requisa ha llegado a ser imposible. El campesino a quien no amenaza ya el regreso del gran propietario, tiende a no producir nada más que lo absolutamente preciso para sus propias necesidades. Veríamos el momento en que faltaría el pan, en el que las ciudades enteras morirían de hambre, en que la reconstitución del país sería imposible( I I )

Sin embargo, Lenin no retrocedió ni un palmo antes esta situación del campesinado. Bien es verdad que suprimió la “tcheka”, pero creó en su lugar la temida GPU (NKVD), posteriormente KGB, que, para mantener las disposiciones leninistas revolucionarias, utilizarán las desportaciones y los fusilamientos.

La doctrina comunista era incapaz de suprimir la propiedad individual, sobre todo el mundo rural. El instinto de propiedad del campesinado, era más fuerte que cualquier principio revolucionario.

En la próxima entrega veremos algo sobre la realidad de aquella terrible época en la Rusia soviética.

 ( I ) .- “El imperio soviético”,  autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 148.

( I I ).- Ibidem, página 149

Nota.- Lo destacado en rojo es nuestro. Evidentemente la amenaza para el campesino era el gran propietario, es decir, el estado.

Continuará.




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