La situación política,
social y económica, preocupa a los españoles, ya que pensamos que el porvenir
de España no es nada halagüeño, pues no se presenta despejado para salvaguardar
las garantías de una nación normalmente constituida. Las discusiones sobre
temas superfluos, el desprestigio y el ataque al oponente político, todo ello
al margen de la realidad por la que estamos atravesando, y algunas cosas más,
hacen el resto.
Auténticas cáfilas de insensatos están a punto de hundir, sino la han hundido ya, esta España irreconocible. Evidentemente tenía razón aquel ínclito e inefable Alfonso Guerra cuando dijo aquello que “A España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Pues claro que no la conoce nadie tras el nefasto “gonzalato”, del que él formaba parte, y el posterior “zapaterato”, y del actual “sanchismo-yolandismo”.
Aquella España nuestra, parafraseando a la cantante Cecilia, respetada,
industrial y si nos apuramos un poco hasta envidiada, ha desaparecido del mapa
político. Los engaños y maltratos que ha sufrido durante estos
“mandatos”, las amistades peligrosas que hemos hecho por mor de ese falso
progresismo ruin y barato, han sido letales.
También los nacionalismos tienen mucho que ver en este asunto. Con la
aprobación y connivencia del PSOE, han roto España con las tácticas habituales:
división, enfrentamiento, “recuperación de la memoria democrática”, etc,
irrogando daños irreparables.
Además de todo esto, han sido ametralladas desde diversas trincheras la
familia, la educación, la religión, la autoridad, la verdadera Historia, los
principios éticos y morales y un larguísimo etc. Para esto están la EpC y
la “alianza de civilizaciones”, oiga.
Pero, claro, el pueblo soberano sólo se conforma con el “circenses”, aunque no
haya “panem”. Para eso está el fútbol, auténtica morfina del pueblo. Da
pena ver al citado pueblo soberano sacar las banderas de España por un motivo
tan superfluo y pasajero como es el de un partido del citado “deporte”. Las
banderas habría que sacarlas por otros motivos y en otras ocasiones. Pero,
claro, si haces esto el ludibrio está servido: facha, retrógrado, partidario de
la conspiración judeo-vaticana, y demás lindezas pronunciadas por esa basca
ideológica que todos conocemos.
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