viernes, 20 de octubre de 2023

Colapso de la URSS. Cambio de vida para millones de personas ( X )


 

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos someramente qué era lo que se hacía allí ante las variaciones y oscilaciones doctrinarias del gobierno.

Aunque la propaganda machacona estatal en los países comunistas se desgañita diciendo que  son fieles a la doctrina marxista, la verdad es que siempre tal doctrina ha sufrido, y sufre, modificaciones, retrocesos, alternativas, etc., lo que demuestra, y demostró en los tiempos de la URSS, la dificultad para mantener la organización social. Lo que importa a la “nomenklatura” es mantenerse en el poder.

Sobre este asunto el mismísimo Lenin  dio unas magníficas lecciones de estrategia, abandonando en su día la doctrina por él sostenida durante cuarenta años. Así, en las grandes ciudades de la Rusia de 1921, se produjeron grandes movimientos populares, al igual los de febrero de 1917. Inmensas colas esperaban su ración de pan. Si a esto unimos que no había ni leña ni carbón, la cosa se ponía grave. Ante el malestar que se estaba creando, que ocasionaba huelgas y manifestaciones, los guardias rojos disparaban sobre los huelguistas y manifestantes.

Como ya saben, el 1º de marzo, con el apoyo de los marineros de Kronstadt, se celebró un mitin en el que, en el que las mismas personas que llevaron a los bolcheviques al poder, pidieron el restablecimiento de la libertad de comercio y el trabajo (“los soviets sin comunistas”), así como el fin de la militarización económica, de la dictadura y del terrorismo. En esta situación, y de forma unánime, se redactó un documento dirigido al gobierno, documento que era un ultimátum. Decía así:

“Considerando el hecho de que los soviets actuales no expresan la voluntad de los obreros y de los campesinos, hacer inmediatamente nuevas elecciones con sufragio secreto, debiendo hacerse la campaña antes de las elecciones con toda libertad entre los obreros y los campesinos.

Liberar a los presos políticos de los partidos  socialistas, así como a los obreros, campesinos, marinos y soldados encarcelados.

Abolir todas ‘las oficinas políticas’, porque ningún partido debe tener privilegios especiales para la propaganda de sus ideas.

Abolir los destacamentos armados de comunistas en todas las ramificaciones del ejército, así como los piquetes de guardia comunistas, colocados en fábricas y molinos. ( I ).

Como no podía ser de otra manera, los cañones de los soviets arrasaron Kronstadt y la flota, venciendo a los marinos. No obstante, mientras el gobierno dominaba la sublevación, el 12 de marzo Lenin anunció en el congreso del partido comunista, que estaba reunido en el Kremlin, la supresión de las requisas, y el restablecimiento de la libertad de comercio, es decir, el abandono del comunismo. Todo esto hizo pensar a sus incondicionales que Lenin se había vuelto loco. La realidad es que esto fue un engaño del monstruoso Lenin.

En la próxima entrega veremos algo sobre la realidad de aquella terrible Rusia soviética.

( I ) .- “El imperio soviético”,  autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, páginas 146 y 147.

Continuará.




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