Como decíamos en la anterior
entrega, en ésta veremos someramente qué era lo
que se hacía allí ante las variaciones y oscilaciones doctrinarias del
gobierno.
Aunque la propaganda machacona estatal en
los países comunistas se desgañita diciendo que
son fieles a la doctrina marxista, la verdad es que siempre tal doctrina
ha sufrido, y sufre, modificaciones, retrocesos, alternativas, etc., lo que
demuestra, y demostró en los tiempos de la URSS, la dificultad para mantener la
organización social. Lo que importa a la “nomenklatura” es mantenerse en el
poder.
Sobre este asunto el mismísimo Lenin dio unas magníficas lecciones de estrategia,
abandonando en su día la doctrina por él sostenida durante cuarenta años. Así,
en las grandes ciudades de la Rusia de 1921, se produjeron grandes movimientos
populares, al igual los de febrero de 1917. Inmensas colas esperaban su ración
de pan. Si a esto unimos que no había ni leña ni carbón, la cosa se ponía grave.
Ante el malestar que se estaba creando, que ocasionaba huelgas y
manifestaciones, los guardias rojos disparaban sobre los huelguistas y
manifestantes.
Como ya saben, el 1º de marzo, con el
apoyo de los marineros de Kronstadt, se celebró un mitin en el que, en el que
las mismas personas que llevaron a los bolcheviques al poder, pidieron el
restablecimiento de la libertad de comercio y el trabajo (“los soviets sin comunistas”), así como el fin de la
militarización económica, de la dictadura y del terrorismo. En esta situación,
y de forma unánime, se redactó un documento dirigido al gobierno, documento que
era un ultimátum. Decía así:
“Considerando
el hecho de que los soviets actuales no expresan la voluntad de los obreros y
de los campesinos, hacer inmediatamente nuevas elecciones con sufragio secreto,
debiendo hacerse la campaña antes de las elecciones con toda libertad entre los
obreros y los campesinos.
Liberar
a los presos políticos de los partidos
socialistas, así como a los obreros, campesinos, marinos y soldados
encarcelados.
Abolir
todas ‘las oficinas políticas’, porque ningún partido debe tener privilegios
especiales para la propaganda de sus ideas.
Abolir
los destacamentos armados de comunistas en todas las ramificaciones del
ejército, así como los piquetes de guardia comunistas, colocados en fábricas y
molinos. ( I ).
Como no podía ser de otra manera, los
cañones de los soviets arrasaron Kronstadt y la flota, venciendo a los marinos.
No obstante, mientras el gobierno dominaba la sublevación, el 12 de marzo Lenin
anunció en el congreso del partido comunista, que estaba reunido en el Kremlin,
la supresión de las requisas, y el restablecimiento de la libertad de comercio,
es decir, el abandono del comunismo. Todo esto hizo pensar a sus
incondicionales que Lenin se había vuelto loco. La realidad es que esto fue un
engaño del monstruoso Lenin.
En la próxima entrega veremos algo sobre
la realidad de aquella terrible Rusia soviética.
( I ) .- “El imperio
soviético”, autor Dionisio R.
Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, páginas 146 y 147.
Continuará.
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