Para contar la
verdad sobre algo, los historiadores, los observadores, los narradores, etc,
tienen que desprenderse de todo prejuicio ideológico, además de comprobar y
contrastar otras hipótesis con raciocinios profundos y sistemáticos. Es
sospechosa de falsedad toda actitud pasional. Como esta actitud parece ser que
es la que se adopta en política y en historia, el resultado es la mentira, la
cual es hábilmente seleccionada para su difusión, circulación y visión
favorable, cumpliendo de esta manera su misión desorientadora.
Es realmente increíble comprobar como la mentira político-histórica tiene un
impacto popular en la gente a través de la agitación constante. El objetivo ya
sabemos cuál es: crear un ambiente de odio y rencor en las masas que propicie
el enfrentamiento. La mentira estuvo y está presente en la Historia. Basta
recordar unos ejemplos: los asesinatos y la quema de iglesias y conventos
durante la II República Española fueron una provocación monárquica pagada por
la oligarquía, según manifestó en su día un pedante marxista infumable en un
"periodiquín" local que traga todo lo que se echen.
Evidentemente esta monstruosa mentira no resiste el mínimo análisis. El
monárquico Calvo Sotelo, por ejemplo, fue asesinado por Luis Cuenca, militante
de las Juventudes Socialistas del entonces marxistizado PSOE, lideradas por
Santiago Carrillo, que al poco tiempo cambiaría la chaqueta al PCE. En cuanto a
la quema de iglesias, el socialista Ramos Oliveira comenta: “El proletariado tornó a quemar
iglesias y conventos”.
¿Quién decía el 2 de enero de 1.937 “los niños a Rusia, los fascistas al
paredón de la checa; las clases explotadas a las alcobas con perfumes, los
curas al sepulcro . . .?”
Todo esto se deriva, lógicamente, de la aversión y el odio que Lenin y Marx
tenían por todo lo que oliera a religión. Para muestra, un par de botones:
“Todo concepto de Dios es una indecible indignidad, un despreciable
autovómito”. (Carta de Lenin a Máximo Gorky).
Más de Lenin: “Cuanto más elevado sea el número
de representantes del clero y de la burguesía pasados por las armas, mejor para
nosotros”.
En la Rusia de 1.917, tuvo lugar en Moscú el “Juicio del Estado Soviético
contra Dios”, bajo la presidencia del encargado de Instrucción Pública A.
Lunacharsky. Dicho tribunal culpó a Dios de todos los cargos que se le
imputaban, por lo que se condenó a muerte disparando una salva de fusilería
dirigida al cielo.
Karl Marx: “No hay más Mesías
que la clase obrera que traerá la redención al mundo, luchando contra los hijos
de las tinieblas, los burgueses. La explotación del trabajador es el pecado
original. La sociedad del futuro es el reino escatológico, en que pacerán
juntos corderos y lobos, y la tierra no dará espinas sino frutos suculentos. La
organización proletaria, el Partido son el pueblo de Dios en marcha hacia ese
reino mesiánico. La fábrica es el templo el trabajo, la oración”.
Mentira fue lo que en su día se dijo sobre la unificación de las dos Alemanias:
la causa de tal unificación había sido por culpa de “los industriales del Oeste ávidos
de nuevos mercados, aunque haya que pagarlos con sufrimientos y hundimientos
individuales”. Sin embargo, la realidad fue muy distinta: la Alemania
occidental volcó miles de millones de marcos en el Este, creándose un impuesto especial
de “solidaridad” a tal fin.
Mentira fue la explicación que daba Molotov el 1 de Agosto de 1.940, al
explicar el pacto germano-soviético: “Las
relaciones de buena vecindad y de amistad soviético-alemanas se basan en
intereses estatales básicos. La Unión Soviética ha aumentado en el último año
en más de 23.000.000 de habitantes”. Se mintió al pueblo diciendo que la
anexión de Besarabia, Estonia, Lituania, Letonia, etc. era para “liberar a estos pueblos de sus
diferentes yugos”, escribió Dolores Ibarruri.
Mentira fue la que se contó sobre Yuri Gagarin: no fue el primer hombre enviado
al espacio. Tres cosmonautas le precedieron, tres cadáveres silenciados.
Mentira fue lo que se contó sobre los maquis. Pocos dijeron la verdad: que
Stalin, ante una delegación del PCE encabezada por Carrillo e Ibarruri, había
dado la orden de acabar con los guerrilleros, orden que acató inmediatamente
“el de la chaqueta”.
Mentira fue lo que dijo Fidel Castro el 1º. de Enero de 1.959 en Santiago de
Cuba: “Habrá libertad para los
que hablan a favor nuestro y para los que hablan en contra y nos
critican”.
Mentira fue . . .
Todas estas mentiras, y muchas más, claro, están justificadas ideológica y
éticamente por la intelectualidad de los de la internacional de la mentira, del
odio y del terror.
Para terminar, veamos lo que dijeron y dicen algunos personajes sobre la
mentira:
Cervantes: “La verdad adelgaza
y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite y el agua”.
El ex marxista Carlos Semprún Maura: “Quienes
han convertido la mentira en dogma, quienes prácticamente siempre han hecho lo
contrario de lo que han dicho, fueron los comunistas”.
Jean François Revel, también ex marxista: “Todavía
tenemos demasiado arraigadas, pese a la victoria de la democracia, las
deformaciones intelectuales del totalitarismo. La democracia no habrá ganado
del todo mientras mentir sea pareciendo un comportamiento natural, tanto en el
ámbito de la política como en el del pensamiento”.
El mismo autor, refiriéndose a Jean Paul Sartre, decía: “¿Por qué aduló antiguallas
utópicas y asesinas de tiempos pasados? ¿Por qué este razonador tan hábil se
dejó engañar tan estúpidamente en este siglo de mentiras?”.
Y terminamos con una frase de Tomás Caryle: "No
hay nada más espantoso que la elocuencia de un hombre que no dice la verdad”
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