Cuando se atraviesa una
situación económica de crisis como la que padecemos en estos momentos en
España, las diferencias de opinión, y de valoración, sobre dicha situación
entre industriales y financieros, son de lo más divergente. Y no digamos nada
cuando esas diferencias se comparan con las de los políticos. Aquí el asunto ya
es de traca.
No hace mucho tiempo, y en
plena crisis, el nuevo inquilino de la Moncloa y sus compinches, estaban pletóricos ¿Lo
recuerdan? Pero de repente, la “visión política” de la situación cambió
rápidamente al admitir la grave situación económica ¿Cómo es posible que en tan
poco tiempo este individuo haya cambiado de parecer? Pues sencillamente lo que
cambió fue “el punto de vista”. Aquí está el truco.
A pesar de este
reconocimiento, el gobierno no sabe frenar sus gigantescos gastos y el
alarmante déficit y el aumento sin medida de la presión fiscal. El hecho
archidemostrado es que los gastos públicos siguen aumentando exageradamente. No
hay más que echar un vistazo al funcionariado: el aumento de personal es
gigantesco. Esto indica que la austeridad no existe en los organismos oficiales.
Estos organismos, como es
lógico, dependen del gobierno y la actividad económica de éste ya se sabe que
va destinada a sus votantes para perpetuarse en el poder, no importándole que
la economía real que se ve y se palpa, sea muy inferior a la economía prevista
por los políticos. (Recordamos un “discurso” del ignaro ZP cuando dijo en su
día aquello de que “como hay que ser
ambiciosos, no descarto un aumento mayor del crecimiento económico”. Y se
quedó tan pancho).
Este desequilibrio económico
entre lo real y lo político, se ve, se palpa y se padece de varias formas:
altos tipos de interés, inflación, aumento de impuestos, recesión, etc, etc.
Todo esto trae como consecuencia la disminución de recursos de las personas.
Da la sensación de que este
gobierno no sabe que sus decisiones políticas en materia de gastos pueden
desfavorecer, de una manera directa o indirecta, a los españoles. Y decimos
esto porque, como todo el mundo sabe, se presupuestan inversiones gigantescas
de escasa o nula utilidad, inversiones “estudiadas y pensadas” por auténticos
políticos ineptos. Pero, eso sí, están hechas con vistas electorales.
Como puede verse, la
convergencia que tendría que haber entre la economía real y la política, no
existe. Lo que hay es divergencia ¡Aviados estamos!
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