Hay una serie de frases pronunciadas por grandes
personajes, algunos de ellos tristemente célebres, que vienen como anillo al
dedo a la izquierda en general, y concretamente a la que tenemos en estos
momentos en esta desguazada España.
Decía el jurista , filósofo y escritor romano Marco
Tulio Cicerón, 50 años a. de C., que “quien olvida su historia, está
condenado a repetirla”.
El socialista Julián Besteiro, que era una de las
pocas personas que tenían los pies sobre el suelo y la cabeza sobre los hombros
en aquellos nefastos tiempos de la Segunda República Española decía, como ya
sabrán, aquello de “Ese Himalaya de falsedades que la prensa bolchevizada ha
depositado en las almas ingenuas”, diciendo también aquello de “El más
espantoso terrorismo bolchevique”.
El monstruoso Lenin, al que “El Coleta” califica de
“genio”, decía que la mentira podía ser una “buena arma revolucionaria”,
amén de decir asimismo que “Toda referencia a Dios es un autovómito
despreciable”.
Dicho lo anterior, curiosamente tal parece que lo dicho
por estas personas es lo que hizo, y hace, la izquierda, sobre todo en el
asunto de la manipulación histórica, con sus mentiras, omisiones,
tergiversaciones, embelecos, calambures, calumnias, falacias, etc, etc, todo
ello promovido por analfabetos funcionales. Para eso están “La educación para
la ciudadanía” (¿y para la aldeanería no?), “La alianza de civilizaciones”, “La
ley de la memoria histórica” y la “democrática” etc
La izquierda, antes de llegar al poder, y con su aparatosa
propaganda, promete y promete, pero una vez conseguido impone la censura,
prohibiendo todo tipo de libertades e imponiendo el pensamiento único y lo
“políticamente correcto” que es, entre otras cosas, la lucha de la “democracia
contra el fascismo”.
En su magnífico libor “El mito de la izquierda”,
autor D. Gustavo Bueno, comentado en este blog con fecha 21-3-2017, nos habla
D. Gustavo de la clasificación de la izquierda en tres tipos: la divagante, la extravagante y la fundamentalista.
También nos dice D. Gustavo que hay mitos que iluminan y que esclarecen,
mientras que hay otros que son oscuros y confusos, perteneciendo el mito de la
izquierda a estos dos últimos.
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