sábado, 10 de febrero de 2024

“Carrillo miente”


 

El título completo de esta obra de Ricardo de la Cierva es “Carrillo miente. 156  documentos contra 103 falsedades”, editorial FÉNIX, 1.994, 515 páginas.

El libro es una respuesta, debidamente documentada, a unas memorias escritas por el asesino de Paracuellos totalmente falsas, provocativas y mendaces.

 Todos los capítulos de la obra son interesantes, pero destacaríamos “El discípulo de Lenin”, “El submarino comunista”, “La sombra de Stalin”, “El responsable de Paracuellos” y “Un camino jalonado de cadáveres” (Jorge Semprún).

 Carrillo en sus “Memorias” no concreta citas, como tampoco hace consultas de obras fundamentales. Como diría un pedante fámulo del marxismo, “no cuida sus fuentes”. Las incursiones históricas que  hace “se trazan desde la pereza y la desidia” (página 44). Y cuando cita una obra como fuente, nunca dice la página. Aparte de todo esto, cuando habla de la República, lo hace con errores y deformaciones. Tal es el caso que se expone en la “Falsedad 13” cuando dice que “el general Berenguer, que el 13 de abril declaró que España se había acostado monárquica y levantado republicana”. Sin embargo, en otra parte dice que el almirante Aznar, jefe del último gobierno de la Monarquía, fue el autor de esta frase. En realidad fue este último quien la pronunció. Sin comentarios.

 Transcribimos textualmente lo que se dice en las páginas 50 y 51, por poner un ejemplo:

 “FALSEDAD 16

 El anticlericalismo, el odio a los curas, era en la España de entonces la respuesta a una Iglesia identificada tradicionalmente con los poderes y las castas más reaccionarias.

 De un plumazo ignora Santiago Carrillo la ejecutoria de la Iglesia española a favor de los pobres, sus siglos de asistencia y beneficencia al servicio de los pobres y marginados. Para él no existen estos ejemplos tomados al azar.

 DOCUMENTO 15

 Los Hermanos de las Escuelas Cristianas (lasalianos) tras un siglo de actividad en España a partir e 1.878, ‘han dedicado su generosidad a chicos normales, subnormales y delincuentes; a niños, jóvenes, universitarios y adultos (de uno y de otro sexo) en cada nivel; a seises, monaguillos, estudios de seminarios, escuelas misioneras, un Instituto superior pontificio’.

 Y esta fecundísima labor, dirigida en gran parte a los pobres, estaba en plena floración en 1.931, cuando la República se empeñó en truncarla. Y luego el 28 de julio de 1.936, diez Hermanos de las Escuelas Cristianas fueron vilmente asesinados tras su captura en el colegio de Griñón, por el delito de haber servido a las clases humildes”.

 Nosotros añadiremos, aunque no tenga nada que ver con el libro que estamos comentando, que ya en la revolución de 1.934, este odio clerical, fomentado y atizado precisamente por los comunistas de Carrillo, se desató en España. Y concretamente en Asturias con el asesinato de ocho Hermanos de las Escuelas Cristianas y un sacerdote Pasionista (foto), en la región minera de Turón (Mieres), localidad en la que estaba nuestra madre de maestra. Por allí circulaban puño en alto diciendo: “Un, dos tres, no queremos curas en San Andrés”, o el no menos significativo “Un, dos, tres, cuatro, cinco, no queremos ni curas catecismo”.

 Que no engañen a nadie: el odio a todo lo clerical es consustancial al marxismo.




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