Como ya saben, el asunto del cambio climático es otra
nueva “lucha de clases”, que está sirviendo de enfrentamiento entre casi toda
la población mundial. Muchas de las cosas que se dicen sobre el tema, poco o nada
tienen de científicas.
Vamos a dedicar unos artículos a este asunto
comentando el libro “El Universo desbocado”, autor Paul Davies, Salvat
Editores S.A., 1985 (Barcelona), 206 páginas incluido “Biblioteca científica
Salvat”. El libro consta de 11 Capítulos, amén de 29 láminas en las que se
pueden ver fotografías de nebulosas, galaxias, cuásar, etc. Hoy veremos algo del Capítulo I I, páginas 23
a 63, intitulado “El fuego original”.
En la página 23 nos dice el autor que “En los
últimos años la mayoría de los científicos ha acabado por aceptar que el estado
ordenado actual del Universo, con su disposición compleja de materia y energía,
sus galaxias y cúmulos de estrellas, , sus cuerpos planetarios y la vida, no
pueden haber existido desde siempre”.
En la página 25 se lee: “A causa de la expansión
cosmológica la densidad de materia en el Universo está disminuyendo continuamente
a un ritmo que actualmente es de un uno por ciento cada cien millones de años”.
En la página 28 nos dice el autor que “Los átomos
pueden emitir o absorber luz mediante la reordenación de sus electrones, normalmente
a través del salto de un solo electrón a un nivel orbital más o menos
energético. . . los niveles de energía tienen siempre unos valores
característicos, lo cual significa que cuando un electrón cambia de órbita energética,
se emite o se absorbe la luz en pulsos con una energía y longitud de onda
(color) particulares, análogamente a las huellas digitales”.
Y sigue en la página 29: “El elemento helio, como
indica su nombre, fue descubierto primero en el Sol antes de ser detectado en
la Tierra. Análisis de este tipo han revelado que la mayor parte de la materia
del Universo está compuesta por hidrógeno, la sustancia más simple, mientras
que casi todo el resto (aproximadamente un 7 %) es helio. La tierra, con sus
grandes cantidades de hierro, níquel, oxígeno, cobre, etc, es en realidad una
pequeña mancha de contaminación, una concentración, en un luhar determinado, de
sustancias poco comunes a las que predominan en el resto del Cosmos”
Continuará.
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