Decía de sí mismo un pedante marxista
infumable que “soy un político muy sagaz”, diciendo también que “tengo
mucho de científico”. Sin comentarios.
En 1958, el sátrapa Fidel Castro,
admirado y defendido por el pedante marxista de marras, decía que “No he
sido nunca ni soy comunista”, diciendo después que “El poder no me
interesa. Después de la victoria quiero regresar a mi pueblo y continuar mi
carrera como abogado”.
En 1959, un año después, comentaba que “nuestra
Revolución es tan cubana como nuestras palmas . . . Y toda esta campaña de
‘comunista’, campaña falsa, campaña canallesca, que ni nos preocupa, ni nos
asusta”.
En 1961 continuaba el sátrapa: “No
somos políticos. Hicimos la revolución para echar a los políticos”. No cabe
duda de que este sátrapa tenía razón, pues los regímenes totalitarios como el
suyo, y de otros tipos, efectivamente no tienen nada de políticos: son más bien
apolíticos, pues, entre otras cosas, la mentira campa por sus respetos.
En una sociedad normalmente constituida
si no existe una verdadera política, todo el acontecer social se irá a hacer
puñetas, llegando a la dictadura, al autoritarismo, al anarquismo, a la
tiranía, al absolutismo, al despotismo, a la opresión, etc, ya que la verdadera
política tiende a armonizar, coordinar, convenir, etc, los diferentes intereses
que hay dentro de una nación.
Cuando tal política no existe, se
recurre al populismo con el objeto de mantener el arrebato, el “entusiasmo”, la
quimera, la ilusión, etc, en las masas, además de perseguir el aniquilamiento
de todo lo que huela a oposición. De esta forma, el “pueblo soberano” queda
convencido de que en un futuro próximo se verán realizadas las maravillosas y
extraordinarias promesas que se hicieron en su día.
En estos momentos tenemos en España unos
sujetos, “sujetas” y “sujetes” que tienen la sartén por el mango, o por el
mando, que nada se parecen a los verdaderos políticos, ya que su modo y manera
de gobernar es a través del engaño.
El genial Francisco de Quevedo y
Villegas decía que “La hipocresía exterior siendo pecado en lo
moral, es grande virtud política”.
El gran
escritor, periodista y filósofo británico G.K. Chesterton, autor, entre otras
obras, de El hombre que sabía demasiado” y sus “Obras completas”,
decía que “A algunos hombres los disfraces no los
disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro”.
El gran
filósofo español Jaime Balmes, autor de la gran obra “El Criterio”,
decía que “Ciertos
hombres tienen el talento de ver mucho en todo. Pero les cabe la desgracia de
ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay”.
¿No
creen que estas frases de estos grandes personajes son aplicables a los
mencionados sujetos, “sujetas” y “sujetes”?
En
fin, la mayoría de los políticos mienten con frecuencia, y otros lo hacen casi
siempre, o si lo prefieren, casi nunca dicen la verdad.
¡Ah!,
y algunas políticas y “polítiques” prefieren ir a casa “sola y borracha”,
oiga.
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