El título completo del libro es “El gran fracaso. Nacimiento y muerte del
comunismo en el s. XX”, autor Zbigniew Brzezinski, Maeva Ediciones, S.A.,
1989, Madrid, 254 páginas, incluido Índice.
El autor, nacido en Polonia,
tiene la nacionalidad norteamericana. Es licenciado en Filosofía y Letras,
Doctor en Filosofía por la Universidad de Harward y catedrático en la
Universidad de Columbia.
El libro no tiene desperdicio.
Gran conocedor del sistema, previó en 1964 la caída del comunismo, “el fallecimiento histórico del sistema
comunista”, así como también previó, acertando también, un golpe de Estado
en la destartalada URSS.
Como ya saben, allá por los años
sesenta del pasado siglo XX, los ideólogos marxistas estaban convencidos, de
forma soberbia, de que la Humanidad caminaba irreversiblemente hacia el
comunismo. Conocimos un pedante marxista infumable totalmente convencido de
este asunto. Sin embargo, un cuarto de siglo después, la cosa cambió y el
comunismo se derrumbó estrepitosamente.
El autor demuestra la imposición
totalitaria del sistema, tanto en el terreno económico, como en el social y en
el político, destacando además el terrible costo humano que supuso su
implantación, con todo tipo de terrores y horrores.
La obra está escrita con mucho
rigor y precisión, asunto este del que carecen los “historieteros” marxistas
que, a base de “análisis” totalmente abstractos y de falsa dialéctica, omiten y
eliminan lo que es el verdadero marxismo: un sistema inviable.
El autor nos narra las ansias de
libertad que tenía el pueblo soviético. Así, en febrero de 1988, a punto de
derrumbarse el sistema, se formaron “unos
treinta mil grupos informales en la Unión Soviética. Representaban la respuesta
dela sociedad a diversas inquietudes, desde la ecología, la renovación urbana,
las actividades sociales, los recitales de música, la conservación de
monumentos históricos y religiosos, hasta actividades políticamente más
comprometidas como debates históricos, estudios sobre leyes, filosofía, lenguas
nacionales, prácticas religiosas, elaboraciones de reseñas acerca de
detenciones políticas y oposición política
ideológica. Aunque estos grupos eran más numerosos en Moscú, en
Leningrado y en las capitales de las repúblicas, también las ciudades más
pequeñas – a pesar de un control policíaco más directo – conocieron estas
manifestaciones de espontaneidad social”.(Página 62)
El partido ya no tenía el control
ideológico del sistema. Su exclusivismo estaba desapareciendo. El unanimismo
impuesto se estaba derrumbando. La sociedad comenzaba a hablar y a expresar sus
verdaderos intereses.
Las ideologías, la religión, la
cultura, las convicciones y valores personales, ya no estaban bajo el control
del partido, aunque, claro, oiga, estas cuestiones ya las habían “resuelto” Marx, Lenin y Stalin.
Por otra parte, ya en 1987 hubo
protestas contra el control que las editoriales ejercían sobre los libros,
llegando incluso a publicarse ciertas obras que anteriormente estaban
prohibidas.
Los que más dolió a los jerarcas
que aún quedaban, fue el resurgimiento de la religión. Tres cuartos de siglo de
comunismo no fueron capaces de erradicarla del pueblo, pues en 1988 se celebró
el milenio de la conversión de Rusia con la presencia de millones de personas.
Los emblemas e insignias religiosas comenzaron a verse de nuevo. El ateísmo
obligatorio desapareció del mapa.
Otro asunto que puso al sistema
patas arriba, fue cuando la gente perdió el miedo, y se dedicó a escribir y
contar todo el terror y todas las masacres cometidas por el régimen. La mayor
parte de estos relatos eran testimonios de testigos presenciales.
En fin, libro recomendado para
saber cómo era, y es, este criminal régimen, por el que aún hoy día andan por
ahí sujetos dando “coletazos” para implantarlo.
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