miércoles, 14 de febrero de 2024

Somos incapaces


 

Vamos a ver someramente unas cosas que somos incapaces de corregir.

Estamos viendo en estos momentos en España una serie de “acontecimientos” políticos después de las últimas elecciones, que es para echarse a temblar. Y es que somos incapaces de aprender de nuestra Historia, tanto de la reciente como de la pasada.

Somos incapaces de discernir entre lo que no vale y que está desechado y rechazado por medio mundo, y lo que vale y merece la pena conservar.

Somos incapaces de ver la demagogia, la logomaquia, el populismo y las mentiras de los de la casta política.

Somos incapaces de ver la inutilidad de ideas decimonónicas caducas y extintas, que aún perduran en algunas mentes “pudientes”, mentes que se creen en estos momentos los salvavidas de la sociedad.

Somos incapaces de ver que esos líderes están desenterrando cadáveres con el objeto de arremeter, con dureza, tenacidad e insultos, contra todo lo que se ha construido en España desde hace mucho tiempo.

Somos incapaces de frenar ese brioso propósito de estos “pensadores químicos”, que no es ni más ni menos que el aniquilamiento y destrucción de España.

Somos incapaces de decirles a esos “pensadores químicos” que el dejar toda la vitalidad y quehacer de una nación en manos del estado, es una auténtica bestialidad, como ha quedado sobradamente demostrado.

Somos incapaces de decirles a esos listorros, listorras y “listorres” que tenemos andamiados en el desgobierno, que los comederos del estado, exuberantes  ubres para los “nomenklaturizados” que presenten sus debidas credenciales, no valen ni para crear riqueza, ni prosperidad, ni industrias, ni negocios, ni nada de nada.

Somos incapaces de decirles que no queremos saber nada de las huellas decimonónicas de una ideología que ha  traído la negrura por medio mundo.

Somos incapaces de decirles que son unos bárbaros que están sembrando discordia, rencor y odio, cosas  que impedirán que vivamos tranquilos y en paz.

Y, para terminar, somos incapaces de proclamar que las relaciones entre el estado que ellos defienden y el “pueblo soberano”, crea una burocracia tan enmarañada y tupida, que sólo los privilegiados de la “nomenklatura” se benefician de esta situación.



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