miércoles, 14 de febrero de 2024

“Historia oculta del PCE” ( I I )


 

Como decíamos en el artículo anterior, este libro desmonta todo el mito comunista en general, así como el de sus  miembros.


 En las páginas 34 y 35, dentro del apartado “La polémica sobre la Comintern en la CNT”, se lee:

 

“Paralelamente al Congreso del PSOE, los anarcosindicalistas de la CNT, en pleno auge de crecimiento organizativo y radicalización ideológica, celebraron otro congreso en Madrid, en el que se adhirieron a la Comintern “provisionalmente”, debido a su “carácter revolucionario”.  Se trataba de un sorprendente giro que rompía con su tradicional apoliticismo anarquista. De los tres representantes elegidos para llevar a Moscú la adhesión, sólo el sindicalista Ángel Pestaña pudo llegar a su destino. En julio de 1920 participó en las sesiones del Segundo Congreso de la Comintern. En su intervención rechazó la necesidad de partidos políticos para llevar a cabo la revolución, alegando que “la historia muestra que las revoluciones, comenzando por la gran Revolución francesa, se han hecho sin partido”. Trostky le interrumpió gritando: “¡Usted olvida a los jacobinos!”. El choque era ilustrativo de la gran distancia ideológica que mediaba entre el espontaneísmo anarquista y el elitismo comunista. Durante su estancia en Rusia, donde tuvo ocasión de entrevistarse con Lenin, Pestaña obtuvo unas impresiones muy críticas respecto al régimen que estaban implantando los comunistas, demasiado burocratizado y dictatorial, sin libertad para los trabajadores. La opinión de Pestaña, unida al progresivo conocimiento de la realidad soviética, provocaron el creciente distanciamiento de los anarquistas sindicalistas respecto al régimen soviético”.

 

Sobre el viaje que los socialistas Fernando de los Ríos y Daniel Anguiano realizaron a Moscú en octubre de 1920, se lee lo siguiente en las páginas 44 y 45:

 

“Se instalaron en Moscú en el famoso hotel Lux, destinado a los visitantes extranjeros y se dedicaron a pasear por la ciudad. En su libro Mi viaje a la Rusia sovietista, De los Ríos cuenta que le extrañó que en los cruces de las calles siempre hubiera un guardia rojo con la bayoneta calada, aunque el abundante mercado negro era tolerado por las autoridades. No era infrecuente encontrar por las calles caballos muertos a causa del cansancio y del hambre. Observó con asombro que no se veían ni perros ni gatos por parte alguna, víctimas de la hambruna. De noche, las calles quedaban  a oscuras para economizar energía. La capital de la revolución mundial, poblada de gentes silenciosas, que nunca reían, le produjo una sensación siniestra”.

 

En la página siguiente se lee:

 

“Antes de partir hacia Madrid, los delegados españoles fueron recibidos durante una hora por Lenin en su despacho del Kremlin. De los Ríos lo describe como “un hombre insignificante y frío, de rostro de tipo mongol”. Le preguntó cuándo podría alcanzarse en Rusia un régimen de plena libertad, y Lenin contestó con toda claridad:

 

Nosotros nunca hemos hablado de libertad, sino de dictadura del proletariado; la ejercemos desde el poder en pro del proletariado. ( . . .). El problema para nosotros no es de libertad, pues respecto a ésta siempre preguntamos: ¿libertad para qué?”.

 

El cinismo de este sujeto, que para muchos pedantes marxistas infumables había sido “el personaje más importante del siglo XX”, queda puesto de manifiesto en estas declaraciones. En el libro El verdadero Lenin” ya comentado en este blog con fecha 26 de enero de 2017, en la página 45 se leen unas palabras de este sujeto sádico y criminal:

 

“El Gobierno de los Octubristas y Kadetes, de los Gushkov y Miliukov. . . no puede dar al pueblo la paz, el pan o la libertad”. Sin comentarios.

 

De los Ríos y Anguiano, también se entrevistaron con el ideólogo de la revolución, Bujarín, que trató de “darles una lección resumida de comunismo, vacunándoles contra la democracia burguesa”. Y les dice:

 

“Hablar de voluntad común entre productores y burgueses es tanto como hablar de voluntad común entre el lobo y el cordero. La democracia es, pues, un residuo ideológico de la Revolución francesa, y a ella hay que oponer la lucha de clases, la guerra civil y el soviet como órgano de la democracia proletaria”

 

Igualmente, les animó a luchar contra el reformismo socialista, previniéndoles de que no se dejaran influir por “estímulos democráticos o de compasión”, que podrían llevarles a traicionar la causa del proletariado. Lo que Bujarín no podía prever es que unos años más tarde él mismo sería víctima de esa mentalidad que despreciaba la democracia o la compasión como valores caducos, que había que eliminar”.

 

¡Historieteros del régimen, catedraticoides paniaguados, promotores de la “memoria histórica, uníos y leed un poco!

 

Continuará.



 

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