Como decíamos en el
anterior artículo, se impone una reforma total del Estado porque, tal como
están las cosas en estos momentos en España, si no se aplican verdaderas
reformas, el barco se acabará hundiendo.
Según nuestra modesta opinión había que estudiar o evaluar, entre otras muchas cosas, las actuaciones de las instituciones públicas y ver cuáles son beneficiosas y cuáles son perjudiciales.
Por otra parte, ayuntamientos, diputaciones, autonomías y demás organismos, en
estos momentos sólo sirven para la desarticulación y fragmentación del
Estado, lo que trae como consecuencia que éste sea totalmente inútil e incapaz
de resolver los innumerables problemas que padecemos.
Dichas fragmentación y desarticulación se ven claramente en la aplicación de la
justicia. No vamos a poner ejemplos porque desgraciadamente están a la orden
del día. Además, impiden el funcionamiento de un Estado normalmente
constituido, que sería el que demostrase su verdadera utilidad y capacidad para
preservar a la sociedad de los problemas que genera dicha fragmentación y
desarticulación.
Mientras no se haga una evaluación desinteresada y exenta de toda connotación
partidista, seguiremos en el pozo. Y como ya hemos dicho muchas veces en este
blog, lo primero que hay que hacer es quitar a Felipe VI "El
endilgado", heredero del atornillado patrón del Bribón, como jefe de
Estado. Un referéndum bastaría para ello.
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