La
globalización, también denominada mundialización, podemos definirla como la
extensión a todos los habitantes de la Tierra de un proceso humano, bien sea
social, económico, político, cultural, etc. Ejemplos de globalización, aunque
parciales, fueron la españolización de América y, si se quiere, la romanización
de Europa. Ambos procesos, obviamente, tardaron siglos en extenderse y
asentarse. Es evidente que si tales acontecimientos hubiesen ocurrido en la
actualidad, tardaría muchísimo menos en realizarse. Las razones son claras
porque:
Segundo.- La
invención de cualquier aparato del que pueda beneficiarse la gente
(ordenadores, teléfonos móviles, máquinas, etc) encuentran rápidamente
aceptación e inmediatamente aparecen personas interesadas en comprarlos o fabricarlos
en cualquier parte del mundo. Un invento o descubrimiento (físico, químico,
biológico, etc) llega a las antípodas casi instantáneamente.
Tercero.- La
información global a todos los individuos, no cabe duda de que es un bien
innegable, a no ser que dicha información se use como medio de propaganda
política, como en los antiguos países comunistas, y en los pocos que quedan, en
donde las personas sólo adquirían los conocimientos que estaban programados
porque sus mentes sufrían la manipulación colectiva gramsciana que les impedía
el pluralismo informativo y conocimiento de la verdad.
Una vez visto
lo anterior, parece lógico pensar que, si lo mismo que se intercambian
noticias, inventos, información, etc, se dejasen circular libremente mercancías
y productos, especialmente agrícolas, todo el mundo se beneficiaría,
principalmente los países pobres.
Pero, claro,
los activistas antiglobalizadores no lo ven así. No se dan cuenta, por ejemplo,
que los subsidios que reciben los agricultores en los países industrializados
(unos 300.000 millones de euros) obstaculizan el desarrollo de los países
pobres.
También
proponen estos activistas que los millones de personas que no tienen gasolina o
electricidad, por ejemplo, les sean proporcionadas por fuentes energéticas no
contaminantes, como generadores, solares, molinos eólicos, etc ¿No se dan
cuenta de que estas fuentes de energía son más caras?
Después dicen
estos señores que la pobreza existe en el mundo porque los EE.UU. ¡cómo no! han
saqueado y expoliado los recursos de los países pobres. Dicen de forma
dogmática y axiomática que el comercio está beneficiando al mundo desarrollado
a expensas del mundo no desarrollado.
Los
antiglobalizadores tampoco se dan cuenta, o no quieren enterarse, de que con su
actitud están haciendo el caldo gordo a la UE, EE.UU., Canadá y Japón que, con
sus políticas de protección y subsidio a sus respectivos agricultores (lo que
determina que los precios de los productos agrícolas sean artificialmente
bajos), están impidiendo a los países pobres que entren en los mercados. En una
palabra: por culpa de los subsidios, del proteccionismo, de las subvenciones y
la carencia de libertad de comercio, están muriendo millones de personas al
año. Países como China, India, Brasil, etc, están pidiendo constantemente a la
OMS que obliguen a los países desarrollados a suprimir o rebajar sus subsidios
y aranceles a los productos agrícolas. En un informe de la UE intitulado “Las barreras comerciales de la
Unión Europea son mortales”, se dice que “una
persona muere cada 13 segundos en el mundo porque Europa no hace lo que dice
con respecto al intercambio comercial”. El dato es escalofriante. Sin
embargo, no parece importar mucho porque con la llamada Política Común
Agrícola, se siguen manteniendo los subsidios agrícolas por un importe de unos 40.000
millones de euros al año, que vienen a suponer unos 13.000 euros
agricultor/año.
Los subsidios
también provocan enormes cantidades de excedentes agrícolas, que los europeos
colocan en el mercado internacional a precios desleales impidiendo,
lógicamente, a los países pobres competir con sus productos.
La
consecuencia que se saca de todo esto es obvia: si se subsidia un producto
agrícola y a la vez se fija un elevado arancel para impedir la entrada del
mismo producto más barato de un país pobre, se estará ahogando a este país.
Para terminar,
diremos que el hambre existe en el mundo por la carencia de libre comercio, de
la propiedad y del Estado de derecho. Si faltan estas tres componentes, el
campesino carecerá de motivación para cultivar la tierra; no tendrá libertad
para vender sus productos y no podrá competir con las economías subsidiadas de
la UE, EE.UU., Japón y Canadá.
Solamente con
políticas liberales, y no con las colectivistas, se podrá paliar el hambre en
el mundo. Como datos daremos los siguientes: en Corea del Norte murieron de
hambre dos millones de personas en los últimos diez años. En la época de
Stalin, murieron de hambre 30 millones en Ukrania con motivo de la expropiación
estatal de las fincas privadas. En los años 80, en Etiopía también murieron de
hambre infinidad de personas por las políticas marxistas-leninistas del
gobierno. Lo mismo ha ocurrido en Zimbabwe.
Los
antiglobalizadores con sus denuncias y sloganes contra los países ricos, a los
que acusan de proteccionismo, de frenar o impedir la exportación de productos
agrícolas de los países pobres, se están convirtiendo en los principales
valedores del libre mercado.
No obstante, parece que el asunto de la globalización en estos momentos está un
poco “parado”. La cosa es según convenga al equipo de la casta política. Es más
rentable atacar a la religión cristiana. Da la sensación de que el tema de la
pobreza y el hambre no importan nada. Sino que se lo pregunten al “pueblo
soberano” que sólo se preocupa de la trama del culebrón diario y de ver a 22
personas corriendo detrás de un kg. de aire encerrado en un cuero.
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