Como decíamos en la anterior entrega, ¿cuál será el
mejor gobernante? Veremos algo sobre el asunto.
El arte de pensar bien, prácticamente hoy no existe.
Lo que priva es la “opinión” basada en la “kurtura” de las “enredes” sociales, “kurtura”
que está basada en el populismo, en la demagogia y en la logomaquia.
El pensar bien se fundamenta en dos cosas: una, en conocer
la verdad, y la otra en indagar y averiguar el recorrido que conduzca a ella.
Pero, claro, oiga, esto de pensar bien le importe un bledo, dos cominos y tres
dídimos a esta banda de politicastros, “politicastras” y “polticastres” que nos
desgobierna. Esta gente tiene la mente obnubilada por sus teorías, que no
conducen más que a la pobreza, al odio, al enfrentamiento, etc. Su
entendimiento, por mucho que presuman de tenerlo, es totalmente cerrado y atolondrado.
Sin embargo, esta camarilla “desgobernadora” se empeña
en enseñar a “pensar bien” a base de tópicos típicos decimonónicos que nada
tienen que ver con la realidad. Ya saben: “Lo siento por la realidad”,
Lenin dixit. Tampoco dicha camarilla pone a disposición los medios y caminos
necesarios para adquirir la verdad, poniendo, eso sí, todo tipo de dificultades,
impedimentos, molestias, obstáculos, ctc, para que no se llegue a la verdad.
Como ya saben, la primera disposición para pensar bien
es prestar atención, y cuando la citada camarilla ve que el “pueblo soberano”
atiende a lo que se dice, recurre a todo tipo de camelos, palabrerías, funambulismos,
cuentos de hadas y cantos de sirena.
Sobre esto veremos algo en la próxima entrega.
Continuará.
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